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La probabilidad de que la provincia de Salamanca se vea afectada de manera significativa por un terremoto asciende al 0,01%. Es el mínimo con el que Javier Fernández Fraile, sismólogo en el Instituto Geográfico Nacional, se lava las manos en el “supuesto y remoto” caso de que ocurra, ya que, según dictamina, “en esta zona en absoluto habría que tener miedo, en principio no se espera que ocurra. Al 99,9% seguro que no pasará”.
Este tipo de catástrofe natural, que el pasado lunes devastó Siria y el sur y el centro de Turquía, se encuentra lejana, por tanto, de tener lugar en cualquier comarca de la provincia. No obstante, la tierra en algunos pueblos ha experimentado pequeñas sacudidas a lo largo de la historia, que aunque en algunos casos apenas han sido perceptibles, en otros sí se han notado levemente por los vecinos.
En concreto, el Instituto Geográfico Nacional registra 44 movimientos sísmicos desde 1973, cuando se notificó el primero en Zarza de Pumareda. Esta cifra, a pesar de parecer relevante sin referencias, es “mínima respecto a otras provincias del territorio nacional”. Fernández Fraile pone de ejemplo Granada, donde desde el año 1.900 se han producido más de 13.000 terremotos.
Según explica el experto y se puede observar a través del mapa oficial de fallas activas Qafy, en la provincia no existen fallas geológicas donde se producta el choque de placas tectónicas, lo que reduce enormemente el riesgo de catástrofe. La falla más cercana que ha sido responsable de sacudidas en la zona de las Arribes es, por tanto, la portuguesa Manteigas-Vilariça-Braganza.
En otras ocasiones, los leves movimientos son solo el resultado de la liberación de una pequeña tensión en el terreno.
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