La Gaceta
Jueves, 13 de febrero 2025, 11:04
Las últimas voluntades hay que respetarlas y más todavía si vienen de un sacerdote. Y es que los curas son otro recurso habitual en las leyendas que abundan por la provincia de Salamanca.
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Cuenta la leyenda que en la localidad salmantina de Agallas había un cura muy querido por todo el pueblo, pero un día el hombre de fe se salió del camino del cristianismo. Sin que nadie sepa la causa, comenzó a renegar de la iglesia.
Tal fue el punto, que el cura pidió que cuando muriera que le enterraran lejos de la iglesia del pueblo, donde no pudiera escuchar las campanas de la iglesia. Le llegó el día al sacerdote, pero su pueblo no escuchó sus últimas voluntades y lo enterraron al lado de la iglesia.
A la mañana siguiente, las campanas del templo sonaron para anunciar el inicio de la misa. Como cada jornada, acudieron para escuchar la eucaristía, más si cabe con la llegada de un nuevo párroco. En medio de la misa comenzaron a sonar las campanas a muerto y era el cura fallecido el que estaba tocando en lo alto del campanario. Sembró el terror entre los vecinos.
A la población de Agallas no le quedó otra que cumplir con el deseo del antiguo cura. Exhumaron el cadáver y lo transportaron hasta el monte. No volvió a regresar de entre los muertos el viejo sacerdote y el pueblo vivió en paz, pero con el susto en el cuerpo para siempre.
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