Precisión milimétrica en el penúltimo encierro a caballo de Aldeadávila de la Ribera

Aldeadávila de la Ribera vivió esta mañana el penúltimo de los encierros a caballo de las fiestas de San Bartolo, que se caracterizan por una rutina de corte taurino que comienza temprano y muy concurrida desde primera hora. Mucho antes del comienzo del evento, jóvenes y no tan jóvenes ya paseaban por el trazado urbano, casi todos vaso en mano, y muchos después de haber trasnochado, enlazando la fiesta nocturna con un amanecer frío en el que calentarse corriendo delante de los astados. Los cuatro caballistas llegaron paralelos unos a otros, llevando delante a los cabestros y, en cabeza, a los cuatro novillos de Valdeflores perfectamente agrupados.

Peñistas y amantes de la fiesta repitieron como asistentes en este espectáculo diario durante San Bartolo, y repitiendo además los mismo patrones que en los días anteriores: una larga carrera delante del encierro desde el camino de acceso hasta la plaza, como demostración de resistencia y energía, o colocarse junto a un poste de manera estratégica, fueron algunas de las rutinas que los vecinos retomaron una mañana más.

La charanga animó el casco urbano mucho antes del encierro y también después; un encierro que quedó marcado puntual con un chupinazo a las 9:00 horas seguido de un repique de campanas para, unos quince minutos después, con precisión milimétrica, aproximarse con un nuevo chupinazo al recorrido en el que los mozos, después de haber calentado los gemelos, echaron a correr hasta la plaza, el punto caliente de las fiestas y en el que terminaron por juntarse poco después todos los asistentes al acontecimiento para la disfrutar de la suelta de una vaquilla, lanzar ovaciones efusivas y seguir festejando con la charanga.

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