Las plegarias de Mogarraz, más necesarias que nunca en una Noche de Almas Blancas con aforo completo

Las callejuelas, rincones llenos de encanto y los retratos que salpican las viviendas serranas de Mogarraz quedaron al anochecer bañados por 4.000 velas que guiaron a vivos y difuntos en una singular procesión: la Noche de las Almas Blancas. Las capas charras y sombreros calados con elegancia encabezaron el trayecto desde la Plaza del Solano, con la participación de la alcaldesa Soledad Álvarez y el historiador Antonio Cea, responsable de poner voz a los delicados cánticos anunciados por Sagrario Sánchez, la moza de ánimas de este año.

Esta vez Rocío Hernández no pudo ocupar su lugar como moza de ánimas junto a su compañera por motivos de salud, pero Mogarraz declinó la posibilidad de sustituirla con la esperanza de que el año que viene pueda volver a protagonizar esta figura femenina que agita la esquila e invita a la oración.

Las doce paradas de la celebración comenzaron tras un minuto de silencio «por todas las almas y las que por desgracia seguramente aparecerán», manifestó la alcaldesa con relación a la DANA, una tragedia que añadió significado y emotividad a la forma en que mogarreños y visitantes se unieron a este gesto sacro y no desprovisto de simbolismo e historia, tradición y cultura, en una atmósfera muy especial.

Además, las socias de la asociación Pozo Barrero se encargaron de preparar, al pie de la plaza, punto de salida, una generosa chocolatada en una gran olla, acompañada de bizcochos, para unas 300 personas, una cifra perfectamente calculada, y es que la falta de lluvias y las temperaturas suaves de una noche sosegada atrajeron a cientos de turistas atraídos por el cálido candor de velas y candiles.

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