Secciones
Destacamos
Miércoles, 11 de enero 2023, 12:16
Han pasado cerca de siete años desde que Alejandra González y Paula Perulero cruzaron su camino por primera vez en Madrid gracias a unos amigos en común. Desde aquel momento, con vidas diferentes pero sin separarse, crearon una relación de amistad para siempre ... y en plena pandemia decidieron
apostar por crear un negocio de gallinas en Galinduste, municipio vinculado con la familia materna de Paula.
Paula Perulero nació en Madrid pero siempre ha estado vinculada con Galinduste. “He pasado toda mi infancia viniendo los fines de semana, vacaciones de Navidad y verano al pueblo. Me encantaba, era muy libre y estaba en contacto con la naturaleza continuamente, fue una infancia superbonita”, comenta Paula Perulero. Fue en 2018 cuando la joven al finalizar los estudios de Historia y Ciencias de la Música, que cursó en la Universidad de Salamanca, tomó la decisión de comenzar a vivir en el pueblo que desde pequeña había estado con sus abuelos maternos. “Quería ser madre joven, me quedé embarazada y tuve claro que quería estar cerca de mi familia y criar a mi hijo Martín en la tranquilidad de un pueblo, por eso, me vine a vivir a Galinduste”, afirma Paula.
Paula tenía claro alejarse de la capital porque según comenta: “En Madrid hay de todo, pero también te quita muchas cosas”. Además, asegura que: “He ganado en calidad de vida, vivo más tranquila y tengo más tiempo para mí”.
Gracias a su vinculación con el municipio, Alejandra y Paula pudieron poner en marcha el proyecto de la granja de gallinas que tenían en mente. Alejandra González, natural de Santander y que residía en Madrid, llegó a Galinduste el 26 de noviembre del 2020 junto a su pareja. “El detonante del cambio fue la pandemia, el coste que conllevaba vivir en Madrid y la falta de calidad de vida”, afirma Alejandra, licenciada en Bellas Artes y antes coordinaba un pequeño teatro en Madrid.
Lo que coinciden las dos es que con el cambio de residencia han ganado en calidad de vida y tranquilidad. “Cuando me fui de Madrid con 18 años no sentí vértigo sino todo lo contrario porque era la libertad”, expresa Paula. “Madrid me llevaba a la carrera por la vida y había muchas cosas que no vivía, por ello, no sentí vértigo al venirme al pueblo porque era lo que quería y fue una decisión personal”, matiza la joven.
Por otro lado, Alejandra González asegura que: “No echo de menos la ciudad. Se que está y cuando quiera puedo ir. Pero a día de hoy, estoy plenamente convencida de que tomamos la decisión correcta”. “Fue un cambio muy brusco, pero no nos preocupaba demasiado el estar aislados”, confirma Alejandra. Además, que con este cambio de vida comenta que: “El pueblo nos recibió estupendamente y nos han ayudado muchísimo”.
Hasta el momento, Alejandra González solo ve ventajas con la vida del pueblo. “La ayuda de los vecinos, la relación con ellos no tiene nada que ver con los de la ciudad”, indica. Para ella y su familia estar rodeados de un entorno rural es muy importante, “tener el embalse de Santa Teresa al lado, vivir las estaciones de una manera más directa o estar en contacto con los animales a diario, son algunas de las ventajas”, expresa Alejandra.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a EÑE. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.