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EÑE / Paula Zorita
Santa Marta
Lunes, 17 de marzo 2025, 12:15
Marta Gil regenta un conocido quiosco de Santa Marta de Tormes ubicado en la calle Doctor Torres Villaroel desde hace 16 años. Lo hace junto a su marido, Alejandro Odorica, después de volver a España desde México, donde residían desde que se casaron. «Queríamos montar un negocio al volver y nos decantamos por la idea de un quiosco», explica Marta.
En 'Súper-kiosco', según apunta la quiosquera: «Vendemos caprichos y necesidades», y es que además de prensa, chucherías y dulces, venden artículos de primera necesidad y que «pueden ser un olvido para alguien», tales como leche, huevos o pan.
Lo que más satisface a Marta de su labor al frente de este coqueto quiosco es sin duda «el trato con la gente», como ella misma asevera. «Aunque es un trabajo sacrificado, que conlleva estar al pie del cañón prácticamente los 365 días del año, emocionalmente es muy agradecido», añade.
Marta cuenta con orgullo que además de su hijo, tiene sus niños del barrio, «incluso hoy en día, estando casados o viviendo fuera, en cuanto vienen a Santa Marta vienen a vernos... Para mí eso es todo un orgullo y me alegro muchísimo de las cosas buenas que les pasan y que vayan prosperando en todo lo que se proponen».
«Por un quiosco pasa mucha gente y eso nos coloca en una postura en la que nos enteramos de muchas cosas de personas del barrio, pero no somos chismosos, -dice entre risas-, e incluso a veces nos dicen que qué sosos somos porque no contamos los cotilleos; pero nosotros preferimos respetar la privacidad de la gente y muchas veces ejercemos la psicología. Sabemos quién no ha tenido un buen día o quién sí», afirma Marta Gil.
Conocen tanto a sus clientes, que incluso han vivido anécdotas que ellos mismos han protagonizado: «Un día apareció aquí solito un pequeño de 3 años, al que conocíamos perfectamente. Alejandro lo cuidó en el quiosco hasta que llegó su abuela a buscarlo, ¡porque se había escapado de casa! (ríe). Nos han pasado cosas muy locas, y pasan cosas aquí muy surrealistas, casi en el día a día».
Tanto Marta como Alejandro reconocen que, aunque lo emocional gana a lo económico, el esfuerzo empresarial que se realiza al frente de un quiosco es muy grande, no todo es de color de rosa: «Tenemos un grave problema con los costes y con los precios que nos imponen los comerciales; nos queda un margen de ganancia muy limitado en la gran mayoría de las ocasiones».
Pese a esto, ambos rebosan alegría, profesionalidad y personalización en el trato con cada cliente que entra por la puerta; ya sea un niño que va a por cromos o bien sea un adulto que va a por una barra de pan o LA GACETA, periódico líder en ventas en su quiosco.
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