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Viernes, 15 de enero 2021, 14:56
No sólo los habitantes humanos de Pedroso de la Armuña han vivido días de verdadera angustia al quedarse incomunicados por la nevada Filomena, también sus vecinos de cuatro patas que viven en la protectora de animales de Aspap han permanecido aislados.
“En ningún momento nos hemos sentido abandonados y la Subdelegación del Gobierno, los Bomberos de la Diputación, Protección Civil, el Ayuntamiento y los vecinos del Pedroso se han volcado con nosotros para que pudiéramos llegar al refugio y atender a nuestros animales”, explica Fredes Barbero.
“Nuestro mayor temor era por los animales que necesitan medicación, todos tenían agua para varios días pero el agua a estas temperaturas se congela y necesitan beber”, añade.
El sábado intentando llegar hasta la protectora, Fredes y otras voluntarias se quedaron atascadas en la carretera y un tractor tuvo que auxiliarles.
“El domingo por la mañana, ya desesperada, llamé y quedamos con los Bomberos para intentar llegar hasta allí, pero diez minutos antes nos avisaron que habían ido a realizar otro servicio en la zona y también se habían quedado atrapados. Estuvimos en permanente comunicación con ellos y a las 17:00 horas volvimos a quedar y con un camión fueron abriendo camino y nosotras detrás en otro vehículo con otro bombero”, relata Fredes Barbero. Pasadas las 19:00 horas y con lágrimas de emoción en los ojos alcanzaron las puertas del refugio. En dos horas y a un ritmo frenético, con los focos de los camiones alumbrando al caer ya la noche, lograron sacar adelante las tareas más básicas de medicar a los animales enfermos, romper el hielo de los bebederos, y reponer comida.
“Con más de un metro de nieve en algunas zonas resultaba imposible caminar por el refugio, había puertas que ni lográbamos abrir, pero gracias a los Bomberos y a su humanidad logramos salvar a nuestros animales y llegar hasta allí”, recalca.
Fredes agradece a todos los que han hecho posible que esta auténtica odisea tuviera un final feliz y los perros, gatos y la oveja Heidi que viven en el refugio recibieran los cuidados básicos en medio de un temporal que no se recuerda igual en la zona. Ayer martes fue el primer día en el que Fredes pudo llegar por sus propios medios hasta la protectora donde queda aún mucho trabajo por hacer hasta que desaparezcan la nieve y el hielo. “Lo hemos pasado muy mal, se nos han caído las lágrimas porque no sabíamos cuando podríamos venir pero, repito, no nos hemos sentido en ningún momento abandonados y mucha gente se ha volcado en ayudarnos y a todos ellos les estamos eternamente agradecidos”, concluye.
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