«Necesitaba un cambio personal y Morille esta tienda»

Ha dejado el comercio exterior por una pequeña tienda de ultramarinos y el calor de la playa en Alicante por el frío de la característica piedra de Morille. Pero «estoy encantado», confiesa Enrique Cruz.

Es ahora el dueño de este nuevo comercio que lleva apenas abierto quince días y que ha devuelto la vida al municipio: «Yo tenía claro que necesitaba un cambio personal, pero Morille sin duda necesitaba también esta tienda», expresa Cruz.

El empresario narra que, aunque su vida estuvo vinculada a Salamanca hasta terminar sus estudios universitarios, «siempre he sido inquieto, he vivido en Madrid, Londres... y terminé en Alicante por diferentes motivos, pero estaba harto del calor, los guiris y aquel tipo de vida, buscaba un cambio».

La fortuna hizo que durante su búsqueda para emprender un negocio en la provincia de Salamanca, donde quería volver, se topase con la publicación de este periódico, LA GACETA, que anunciaba la «oportunidad de oro: tienda y vivienda por 150 euros al mes a 20 kilómetros de Salamanca». Enrique leyó ese titular y probó suerte, sin saber que en él se escribía también la historia de su nueva vida.

«Presenté la solicitud porque me llamó mucho la atención verlo en la prensa y aunque quedé en segundo lugar, los primeros finalmente no dieron el paso, ¡así que aquí estoy yo!», dice Enrique entre risas. «Creo que todo sucede por algo», sentencia el tendero.

Aunque ha afrontado solo esta nueva aventura empresarial, espera que sus dos hijos puedan visitarle a menudo. Precisamente, ha sido una de ellas, su hija, la que con cariño ha diseñado el logotipo de la tienda: «Se trata de una lagartija integrada con 'Ultramarinos Morille', como así se llama la tienda».

Estos primeros quince días desde la apertura han sido una «auténtica locura», confiesa Enrique, «porque había que colocar y etiquetar todos los productos, instalar un programa de venta, entre otras muchas funciones a las que yo no estaba acostumbrado, pero desde luego está siendo un camino apasionante».

«Desde un principio la acogida ha sido excepcional, esto está cumpliendo con creces mis expectativas, porque soy una persona bastante sociable y este pueblo necesitaba un nuevo punto de encuentro diferente al que ya presta el bar, creo que somos compatibles», explica el empresario.

De su llegada a Morille, Enrique destaca sobre todo «su impresionante desarrollo cultural». «Yo nunca había estado aquí», confiesa, «pero me ha sorprendido muy gratamente; también la estética de sus casas de piedra, los museos... es un pueblo muy curioso en el que viven muchos artistas o gente muy culta y sobre todo, extrañamente es un pueblo en crecimiento, eso me llamó muchísimo la atención».

En cuanto a la tienda en sí, Cruz afirma que «la idea es tener lo básico por un lado para toda esa gente que vive aquí todo el año o gente mayor que no puede desplazarse a grandes supermercados; y también cosas especiales para quienes vienen los fines de semana y quieran pasar un buen rato». Sobre esto último, el empresario explica que «con la llegada del buen tiempo, quiero que la gente pueda comprar una botella de vino y beberla en una pequeña terraza que monte, acompañado de buen embutido, por ejemplo, algo más 'gourmet'.

De sus primeros días como tendero, Enrique cuenta que «me he dado cuenta de que todo se mueve en torno al pan (ríe); todo el mundo viene a por él y luego va surgiendo lo demás; desde por la mañana estoy con gente y no tengo tiempo de aburrirme».

Aunque la experiencia es corta por el momento, ya ha vivido alguna situación divertida como la de un peregrino que al ver la tienda no dudó en hacer un directo en Instagram: «Fue muy divertido, y es una experiencia muy grata tratar con gente extranjera y peregrinos».

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