Pedrosillo de Alba
Lunes, 10 de febrero 2025, 11:09
Matilde Miñambres Santos, natural de la localidad de Pedrosillo de Alba, entró el pasado año en el club de los centenarios salmantinos y este jueves, 13 de febrero, alcanzará ya los 101 años manteniendo la vitalidad que le ha caracterizado toda su vida. Luchadora, agradable y muy cercana, así la definen sus familiares que la rodean y ayudan en su día a día.
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Criada en una familia numerosa y humilde, Matilde sigue compartiendo momentos con su hermano de 96 años. Su vida ha estado marcada por el amor a su familia; nunca trabajó fuera de casa, dedicándose por completo a ser ama de casa y criar a sus ocho hijos, a pesar de que la tragedia la golpeó al quedar viuda a los 50 años o con la muerte de su primera hija a los tres días de nacer.
Los recuerdos de su infancia son una mezcla de felicidad y desafíos. Según apunta Marina, una de sus nietas, «mi abuela rememora momentos de la Guerra Civil, como cuando los bombardeos la obligaban a buscar refugio en montículos cercanos». A pesar de las dificultades y la escasez de la época franquista, su relato está impregnado de risas y anécdotas, reflejando una niñez que, aunque dura, fue feliz.
En este contexto, la centenaria, que cuenta con 11 nietos y 12 bisnietos, reconoce que la vida de antes «era mucho mejor, aunque teníamos menos lujos y entretenimiento. Era todo más sencillo y, en casa, nunca faltaban las risas y la compañía».
En la actualidad, Matilde sigue mostrando una vitalidad admirable. Hasta hace solo cuatro años, realizaba sus tareas del hogar con energía. En este sentido, aunque sigue viviendo en su casa en Pedrosillo de Alba, cuenta con la ayuda diaria de sus hijos para que todo esté bien.
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Ahora sale a pasear tres o cuatro veces al día, ve la televisión y juega a la brisca con sus nietos, demostrando que su espíritu competitivo no ha disminuido. «Si en la televisión no está Antena 3, coge el mando y cambia de canal», asegura Marina. Su paladar sigue siendo exigente: adora los platos típicos de su infancia, como los pucheros y las legumbres, y se permite un capricho: las torrijas en la merienda.
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