Los visitantes del Camino del Hierro proponen grupos más reducidos para mejorar la experiencia

Los turistas en el Camino de Hierro crecen, y con ellos, la necesidad de aumentar la frecuencia de los pases e introducir nuevos servicios que mejoren la experiencia de los senderistas. Eso es lo que los visitantes trasladan a los negocios que visitan posteriormente, en los que muchos propietarios se inclinan por escudriñar y preguntar a los clientes por su veredicto.

Una de las trabas que ponen algunos es la masificación de gente en los pases. “Deberían ser grupos más reducidos, de unas cincuenta personas; se juntan 300, cada una va a un ritmo distinto, los que vamos más deprisa no tenemos espacio para adelantar, y se ralentiza la marcha”, explican.

También observan, a medida que se suceden los nuevos pases en la ruta, servicios que podrían incorporarse, uno de ellos la asistencia médica. “El otro día vino un señor que se había caído durante el trayecto, y tuvo que venir hasta el centro médico de Lumbrales para que le curaran. Estaría bien que contaran con un equipo médico para este tipo de cosas”, señala un hostelero.

“Se trata de un revulsivo muy claro para la economía local, pero hay gente que se queja de ciertas cosas”, añade. Una de ellas, aunque inevitable, es la dificultad para caminar, y es que este tipo de sendero, que transcurre junto a las vías del tren, es pedregoso y puede resultar más incómodo para los andarines menos experimentados.

No obstante, el problema no radica en el terreno en sí, sino en que tener que vigilar constantemente dónde se pisa, lo que para algunos impide al senderista disfrutar de las vistas panorámicas y únicas que ofrece el entorno.

La realidad, a pesar de todo ello, es que cada vez son más quienes se animan a completar esta ruta y pasar una jornada en familia o entre amigos, disfrutando del paisaje, de los túneles y puentes, y por extensión, de los municipios más próximos al Camino de Hierro.

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