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Domingo, 4 de abril 2021, 11:11
En las iglesias de Alba de Tormes y Ledesma se guardan con mimo todo el año distintos tesoros de la imaginería religiosa que brillan en su máximo esplendor cada Semana Santa.
Del cuidado que se pone en su conservación da buena cuenta que tres las piezas más importantes (dos de Alba de Tormes y una de Ledesma) han pasado en los últimos años por procesos importantes de restauración para poder mostrar su mejor aspecto.
Destaca, porque todavía no ha salido en procesión a las calles de la villa ducal tras su restauración el pasado año, la talla de La Dolorosa, cuya puesta a punto ha promovido la Junta de Cofradías de Semana Santa de la Parroquia de Alba de Tormes. La imagen, que sale en procesión en el Vía Crucis del último viernes de Cuaresma y en la procesión del Entierro del Viernes Santo todavía no ha pisado la calle desde su renovación en los talleres de Las Edades del Hombre. Este año tampoco lo hará.
Otro de los iconos de la Semana Santa de Alba es la talla del Cristo de San Jerónimo o de la Salud. Restaurado en 2015, la imagen de quinientos años, obra de un escultor centroeuropeo anónimo, es una de las más impresionantes que se pueden ver cada año en el Santo Entierro, un desfile procesional con 13 pasos y miles de personas en la calle para seguirlo en directo.
En Ledesma, la imagen del Flagelado, cuya restauración se prolongó entre 2014 y 2017 en varias fases, cuenta con doscientos cofrades que acompañan su paso por las calles del municipio. La obra está datada a finales del siglo XVII o principios del XVIII y es la imagen titular de la Cofradía de Jesús Flagelado de Ledesma.
De autor desconocido se apunta a que la hermosa talla es de origen portugués por el estilo de la columna y la peculiar policromía de la imagen.
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