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Viernes, 29 de julio 2022, 19:56
Uno de los grandes alicientes de Macotera son sus bodegas, una de ellas es la de Pedro Pondera. Está dividida en dos partes. La más antigua, cuya fecha es incalculable, mientras que la otra fue mandada picar por él, aproximadamente hace ochenta años, según cálculos de su hijo Francisco Jiménez García. Ahora en desuso, conserva en ella grandes toneles en los que elaboraban vino que después vendían en el bar que estaba situado sobre dicha cava.
“Toda la calle olía a vino”, recuerdan los vecinos que conocieron aquellos tiempos, en los que compraban uva en Salmoral y otros viñedos cercanos para la elaboración del caldo. “Pisábamos la uva, luego la prensábamos y por un conducto iba entrando el mosto a la bodega”, explica Francisco Pondera, que ha heredado el mote de su padre.
“El mosto cocía” y cuando esto sucedía, “no podíamos bajar a la bodega, si accedíamos tenía que ser con un candil o con una vela”, y si se apagaba la llama, salir inmediatamente. Francisco se dedicó siempre al bar igual que su padre, abuelos y bisabuelos. Ahora le sigue sus pasos su hijo que regenta el situado en la Plaza Mayor. Toda una saga de hosteleros.
Entonces en Macotera se producía un incesante tránsito de personas. También los bares eran diferentes, “la gente traía la merienda, una sardina o chorizo y había una jarra de vino en cada mesa”. La calle Padre Nieto repleta de personas disfrutaba de sus propias viandas con el vino, principalmente tinto o rosado, que elaboraban y vendían los Pondera en su bar.
En esta bodega conservan once cubas de unos 5.000 litros cada una. En la parte de arriba tienen una abertura. “Por esta boca entrábamos desnudos, se echaba agua caliente y la limpiábamos”, es el recuerdo de una de las tareas de mantenimiento.
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