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Problemas estructurales hacen que el silo de Gomecello se quiera vender próximamente como terreno. EÑE
Los rascacielos rurales de Salamanca, a la venta

Los rascacielos rurales de Salamanca, a la venta

Los silos salmantinos vivieron en el siglo XX su época de esplendor y máxima actividad. El fin del monopolio estatal en el sector del trigo y la entrada de España en la Unión Europea transformaron por completo su día a día y condenaron al cierre a unas construcciones gigantescas que, en la mayor parte de los casos, se enfrentan a un futuro incierto si no encuentran comprador

Lunes, 19 de octubre 2020, 00:13

La silueta recortada de un silo de cereal en el horizonte está ligada históricamente a un buen número de pueblos de las zonas cerealistas de Castilla y León, sin faltar en la provincia salmantina. Los “rascacielos” del mundo rural compiten junto a las iglesias por las cotas más altas en municipios que tradicionalmente han huido de las construcciones en bloque típicas de las ciudades. Este tipo de construcciones llevan, además, varios siglos ligadas a los trabajos agrícolas prácticamente en todo el mundo y los primeros vestigios de su existencia se remontan al siglo VIII antes de Cristo en la antigua Grecia.

La decadencia y el abandono son, a día de hoy, señas de identidad de un buen número de macrosilos, silos y graneros en España, un país que llegó incluso a contar con una Red Nacional de Silos que empezó a proyectarse en el año 1944 con la construcción de los primeros depósitos y que se inauguró con el ubicado en Alcalá de Henares, que data del año 1949. Aprovechar los nudos de comunicaciones y las líneas de ferrocarril eran las pautas básicas a la hora de levantar estas enormes moles, principalmente de cemento y hormigón que aún pueden verse junto a las estaciones del tren.

Posibilitar la compra de toda la cosecha de trigo a los agricultores, conservar una reserva nacional para garantizar el consumo, permitir la recepción en puerto del trigo de importación y eventual exportación y la adecuada manipulación del grano y selección y tratamiento de semillas fueron los objetivos de la Red Nacional de Silos.

Entre los años 1945 y 1986 se construyeron 663 silos y 275 graneros con una capacidad total de 2.684.947 toneladas. Hasta el año 1975, los gastos de ejecución de los silos fueron soportados íntegramente por la citada red con cargo a los beneficios comerciales, y a partir de entonces, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.

Hasta mayo de 1984, el sector del trigo en España funcionaba en régimen de monopolio estatal, y los otros cereales se encontraban sometidos igualmente a precios de intervención que garantizaban su compra por el Estado a dicho nivel. La compra, almacenamiento y venta de cereales con una utilización muy elevada de la Red Nacional de Silos vivió hasta esa fecha sus mejores años de esplendor. La finalización del régimen de monopolio y la posterior incorporación de España en 1986 a la Comunidad Económica Europea, ahora Unión Europea, derivó en una significativa reducción de los índices de utilización de las diferentes unidades de almacenamiento españolas.

Peñaranda cuenta con un macrosilo, un silo y un granero, actualmente propiedad del FEGA.

La actual red básica de almacenamiento público, compuesta por 141 silos y graneros con una capacidad total de almacenamiento de 977.320 toneladas, sigue encabezada por la comunidad autónoma de Castilla y León que cuenta a día de hoy con 10 macrosilos, 40 silos y 4 graneros con una capacidad total de almacenaje de 330.150 toneladas. En lo que respeta a la provincia salmantina, en Peñaranda existe un macrosilo de 15.000 toneladas y un granero de 1.000, así como un silo de 2.500 toneladas que se suman a los silos existentes en Cantalapiedra y Gomecello.

Entre los años 1945 y 1986 se construyeron en toda España un total de 663 silos y 275 graneros

Con una capacidad total de 28.300 toneladas en los silos que están incluidos dentro de la mencionada red básica, Salamanca ocupa la quinta posición dentro de la comunidad autónoma de Castilla y León por detrás de Soria, Burgos, Valladolid y Zamora. El Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) tiene actualmente los silos de Peñaranda, Gomecello y Cantalapiedra, todos ellos sin uso pero en la provincia existen otros 14 que pertenecen a la Junta de Castilla y León y uno más, en manos privadas. Seis de estos silos están cedidos a los respectivos ayuntamientos de los términos municipales donde están ubicados y son los de Guijuelo, Ledesma, Fuente de San Esteban, Pedroso de la Armuña, Robliza de Cojos y Tarazona de la Guareña. Otros tres silos, que son los de Alba de Tormes, Ciudad Rodrigo y Macotera, cuentan con contratos de concesión a cooperativas y el de Aldehuela de la Bóveda está arrendado. Cuatro silos más, los de Babilafuente, Tejares, Huelmos y Villares de la Reina, están libres de contrato de arrendamiento, cesión o concesión alguna y por último, el de Barbadillo ha revertido a manos privadas, según los datos aportados por la Junta.

El silo de Cantalapiedra se encuentra a las afueras del casco urbano, muy cerca de la estación del tren.

En el caso concreto de los silos del FEGA en Peñaranda, Gomecello y Cantalapiedra, a pesar de las sucesivas subastas para encontrar nuevos compradores y poner en valor las instalaciones, la respuesta ha sido nula. La intención ahora es volver a tasarlos de cara a otra próxima subasta para ajustar los precios a la situación actual e intentar dar a todos ellos una salida digna antes de que el tiempo y el olvido se encarguen de destruirlos.

El Fondo de Garantía Agraria tiene tres silos y existen otros 15 repartidos por la provincia salmantina

En Gomecello el estado actual del silo hace muy complicada su supervivencia con una posible rehabilitación y la idea es venderlo como terreno. Cantalapiedra y Macotera tienen sus silos en mejores condiciones aunque sus actuales gestores reconocen que será muy complicado, también, venderlos y más aún con la situación económica actual derivada de la pandemia del COVID-19. El Ministerio de Agricultura ya intentó deshacerse de los de Cantalapiedra y Gomecello en el año 2017, pero su estado de abandono y, sobre todo, sus altos precios hicieron que su salida a subasta pública quedara desierta. El silo de Cantalapiedra, con 3.101 metros cuadrados, salió a la venta por casi 93.000 euros, mientras que el de Gomecello, con una superficie de 4.320 metros cuadrados, lo hizo por más de 108.000 euros. Al precio que un posible comprador tendría que abonar por quedarse con la propiedad de estos silos habría que añadir otra importante inversión para su limpieza y puesta a punto tras décadas con el candado echado.

Silo de Huelmos existente en el término de Valdunciel.

Las grandes cooperativas y empresas comercializadoras de cereal de la provincia tampoco se inclinan por comprar silos de estas características cuando ya disponen de almacenes y graneros en los que llevar a cabo su actividad diaria. Las últimas ventas de silos del FEGA se produjeron en el 2017 y de los 28 silos que se subastaron, sólo tuvieron salida media docena, ninguno de ellos en Salamanca.

Las ideas de algunos ayuntamientos para reconvertirlos en museos de la agricultura o centros de interpretación quedaron, también, aparcadas por la última crisis económica y no parece que tampoco vayan a retomarse ahora en una época marcada por la recesión mundial del COVID.

Cantalapiedra, Gomecello y Peñaranda siguen sin encontrar comprador para sus silos en las subastas

En pleno siglo XXI los silos salmantinos ya sólo captan las miradas nostálgicas de los que trabajaron en ellos y observan su imparable y callado declive tras las puertas cerradas a cal y canto, la maleza invadiendo las antiguas vías por las que entraban y salían los vagones de tren para la carga y descarga del cereal y el silencio que lo envuelve.

El macrosilo y silo de Peñaranda, ubicados en la propia estación, siguen siendo todo un símbolo para la localidad, están presentes en su particular “sky line” y protagonizan miles de fotografías, algunas especialmente impactantes en las puestas de sol con el astro rey en medio de las dos “torres gemelas”, aunque de gemelas tienen bastante poco.

El pasado esplendoroso de estas grandes construcciones cerealistas es ahora solamente pasado, sus únicos habitantes son los pájaros que se posan en ellas a la espera de tiempos mejores que siguen sin llegar a pesar de bajar y rebajar sus precios en busca de un mejor postor que no acaba de llegar.

De la utilidad al arte

Teatro municipal de Pozoblanco.

La singularidad de edificaciones como los silos y graneros han podido ser aprovechadas en muchos casos, una vez extinguido su aprovechamiento. Como es el caso del silo de Alcaracejos (Córdoba) acondicionado como balneario y spa. En Pozoblanco, también en Córdoba, un silo se ha rehabilitado como teatro municipal, al igual que ha ocurrido con el Museo de Radiocomunicación Inocencio Bocanegra, abierto en la localidad burgalesa de Belorado, que recrea una trinchera de la Primera Guerra Mundial. El castillo-silo de Arévalo (Ávila), donde se rodó la serie de TV “Isabel” que es hoy Centro de Interpretación de la Agricultura del cereal, o el silo de Fuentes de Andalucía (Sevilla) como Centro de Recepción de Visitantes y Mirador de la Campiña son otros ejemplos.

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