Los dulces de Macotera, ¿en peligro de extinción?

El pan que se come en Macotera es de Garcihernández, Alaraz, Alba de Tormes, e incluso de pueblos de la provincia de Ávila. En esta localidad de cerca de mil habitantes empadronados no falta el alimento más básico mediterráneo, pero sus vecinos echan en falta el sabor del pan macoterano, aquel que se elaboraba en los hornos que había en la localidad. El último en echar el cierre fue el de Alfonso y su hermana Manola.

Tradicionalmente, en el municipio llegó a haber entre cuatro y cinco panaderos en funcionamiento y, hace años, cuatro de ellos se unieron y crearon una cooperativa que finalmente mantuvo viva Lucio. Durante una larga temporada, este profesional de la repostería se repartía la clientela con Alfonso y su hermana Manola.

Antes de dejar su negocio y a modo de colofón a su carrera profesional, Lucio ofreció un curso de repostería en el que mostró los secretos de la elaboración de los productos típicos macoteranos, entre los que había galletas, tortas de chicharrón o tejas. Esto sirvió, como recuerda el alcalde, Antonio Méndez, para que una mujer encontrara trabajo en otra localidad.

A pesar del éxito de la repostería macoterana tanto dentro como fuera de las fronteras del pueblo, actualmente no hay un horno que se dedique a ello. El alcalde del municipio tiene claro el éxito que tendría el negocio. “Claro que hay trabajo para montar una panadería en Macotera, yo porque soy mayor, sino me ponía a hacer pan”, reconoce el regidor. Considera que es una oportunidad de oro para una persona joven que quiera emprender en este sector. “Desde el Consistorio no podemos apoyar económicamente la iniciativa, pero que facilitaríamos los trámites al máximo dentro de lo legalmente permitido”, manifiesta.

Igualmente, reconoce que desde el Consistorio se ayudaría a hacer saber al vecindario que se pone en marcha una panadería.

A pesar de ello, no parece tan fácil que alguien ponga el punto de mira en Macotera para elaborar y vender pan.

Tere y Miguel Ángel, los responsables de un supermercado del pueblo, consideran que el trabajo de panadero es muy sacrificado y ven difícil que alguien se arriesgue a poner en marcha la actividad.

“De unos años para acá, Macotera ha perdido mucho”, sentenciaba una mujer que salía de otro establecimiento donde también ofrecen pan de tres panificadoras diferentes.

Tere y Miguel Ángel traen el pan para sus clientes de Alba, Mirueña y Alaraz. Cada una de estas panaderías, por su parte, ofrece un toque especial que hace que cada cliente elija uno u otro.

El macoterano José Guerra, que gestiona una tienda de barrio de pescados y fruta en la zona de Santa Ana, distribuye pan de Alba de Tormes. Recuerda haber conocido tan solo a dos panaderos en funcionamiento en el municipio y, además, menciona con nostalgia los dulces de Alfonso y su hermana. “El panadero Alfonso se dedicaba a hacer pastas dulces muy buenas, le encantaban a todo el mundo”, detalla.

Como profesional que ofrece productos de alimentación cada día a los vecinos, Guerra coincide con el alcalde en que hay suficiente clientela en Macotera para que funcionara una panadería. “Antes había dos hornos, eran dos panificadoras y hacían mucho pan”, recuerda.

No obstante, las opiniones sobre la viabilidad que pudiera tener la panadería no ganan a una realidad poco alentadora en el pueblo. “Hago cálculos y veo difícil que alguien se aventure a empezar con la importante inversión que supone la puesta en funcionamiento del negocio”, considera Méndez teniendo en cuenta que los anteriores panaderos no están dispuestos a alquilar su horno.

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