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EÑE / P. Zorita

Santa Marta de Tormes

Viernes, 2 de febrero 2024, 11:00

Modo oscuro

«Por eso el emperador Quinciano, al verla se enamoró y quiso poseerla; y dijo ella, no, no me casaré por dinero, me casaré por amor; y Quinciano despechado, los pechos le cortó, y Santa Águeda fue mártir y nos demostró valor...». Estos versos, escritos por una de las Águedas de Santa Marta, Paz Vicente, sonarán el próximo lunes en el municipio salmantino. Cada año, este grupo de mujeres honra la memoria de la Santa y toman el poder de la localidad por esta mártir a la que le cortaron un pecho.

La celebración de estas fiestas se remonta al menos, a finales del siglo XIX, aunque el origen de la devoción a la Santa es muy anterior. Concretamente, en Santa Marta, son más de 50 los años que se lleva venerando esta imagen: «Es un día de hermanamiento entre nosotras, de alegría y mucho apoyo mutuo», explica Paz.

Águeda de Catania, según recogen los historiadores, nació en Palermo, en el seno de una familia noble. En esos años, siendo emperador Decio y presidente de Sicilia Quinciano, se promulgaron medidas para perseguir a los cristianos, por lo que Águeda fue capturada y llevada ante Quinciano. Éste se fijó en ella, pero ella no quiso corresponderle y al renunciar a su fe cristiana, por lo que finalmente ordenó cortarle un pecho. Según la leyenda, recibió la visita de San Pedro para sanarla, algo que ella no aceptó, sino que asumió la mortificación y el dolor. Fue torturada hasta que falleció el 5 de febrero del año 252. Tras su muerte, Quinciano quiso apoderarse de las riquezas de la Águeda, pero fue mordido y coceado por un caballo, y se ahogó en un río sin que su cuerpo fuera encontrado jamás.

Desde entonces, las Águedas santamartinas se reúnen cada año para la elaboración de un 'Quinciano' que posteriormente quemarán la víspera de Santa Águeda. Carmen Vicente, la cual dejará su puesto de aguedera mayor en esta edición, explica que «la quema del Quinciano es una tradición que cumplimos por lo que representa, ya que no queremos en nuestra sociedad a hombres que maltratan a las mujeres». Previa quema del Quinciano, las féminas se juntan para disfrutar de un chocolate y preparar a Santa Águeda: «El vestido se lo hicimos nosotras mismas, preparamos las andas y el carro que utilizamos para portarla; es una imagen que nosotras mismas compramos con una colecta que hicimos hace ya 38 años porque la anterior imagen estaba muy deteriorada», afirma Carmen.

Tras la quema de esta figura representativa del emperador romano, llegará el día de Santa Águeda. El lunes se celebrará una misa en su honor y las Águedas participarán en ella con sus cánticos y ofrendas: «Es lo más significativo para nosotras; algunas llevan el bastón de mando, vino, rosco, pastas... cada ofrenda significa una cosa y Paz ha hecho una poesía por cada una«. Tanto la misa como la procesión posterior estará animada por la figura del Mariquelo y posteriormente ofrecerán pastas y vino para los asistentes: «El Ayuntamiento colabora con nosotras y nos trae para repartir este año unos 65 kilos de pastas, 55 botellas de vino dulce y 35 de mosto», explica Carmen. También realizan una práctica poco 'ortodoxa', que es la petición en la carretera, pero que ellas justifican afirmando que se trata de «una colecta que posteriormente recae en la iglesia, ya que hacemos la donación del dinero en forma de presentes como un cáliz nuevo o manteles, nunca es para nuestro disfrute», dice Carmen, quien también asegura que «la Policía Local tiene ese día una paciencia infinita con nosotras, porque somos muy traviesas».

Después de todo este ritual, las mujeres comen y cenan fuera de casa y siguen celebrando a Santa Águeda, quien a día de hoy, y debido al martirio que sufrió, se convirtió en protectora de las mujeres y es de las más invocadas para proteger de los partos difíciles o enfermedades de mamas, además de ser patrona de las enfermeras.

Toda esta liturgia forma parte de una tradición muy arraigada no sólo en nuestra provincia, sino también en otras de la región. «Por nada del mundo nos gustaría que se perdiese esta tradición», asegura Carmen. Por eso cada año buscan acercarla a la gente joven y conseguir así nuevas incorporaciones: «Este año llegamos a ser casi 50, pero otros años hemos sido el doble», explica Paz. Brígida Manzano, quien este año es aguedera mayor, añade que «serlo, es un orgullo inmenso para mí, ya que en este grupo de mujeres todas nos tratamos como hermanas». Precisamente por el buen ambiente, una sevillana, Elisabeth Fernández, se animó a unirse este año a la festividad santamartina: «Llevo ya varios años viviendo aquí y este año me he animado para apoyar la tradición, que por su alegría siempre me ha llamado mucho la atención».

La leyenda de Quinciano cobra vida en Santa Marta de Tormes
La leyenda de Quinciano cobra vida en Santa Marta de Tormes
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