Ledrada mantiene viva su devoción a la Virgen de la Yedra

Los fieles de Ledrada cumplieron un año más con la tradición y se acercaron hasta la ermita de la Virgen de la Yedra para celebrar su festividad, denominada las Bodas de la virgen, que tiene lugar cada primer domingo de octubre. En esta ocasión, las altas temperaturas, poco habituales ya para estas fechas del año, fueron la nota más destacada junto con la ausencia de la venta de bocadillos y de mayordomos. Ello no impidió que se celebrara la misa por la mañana y la subasta de productos por la tarde. La música del tamborilero Manolo Churruchuela amenizó la tarde e hizo posible que algunos presentes bailaran la jota y aportaran sus donativos a la virgen, como es costumbre. También se vendió el pan dulce de la localidad y se celebró una subasta que estuvo muy animada.

Como es habitual, los dulces caseros y los productos de la huerta son los que consiguen pujas más altas. Así, una cesta de rosquillas caseras se llevó 350 euros y otra de floretas, 300. Otras dos cestas de rosquillas alcanzaron los 200 y 260, mientras que un lomo ibérico consiguió 150 euros, un queso de oveja los 200 y un bidón de cinco litros de aceite, 150. Otras floretas subieron a 110 euros y el roscón de la Virgen, que es el último que se subasta, se quedó este año en 90 euros. Una caja de pimientos subió a los 90 también, mientras que otra caja de almendras, cebollas, patatas y pimientos estuvo en 105. Hubo más productos para la subasta, como vinos, cavas, más dulces, plantas y otros objetos, que permitieron mantener viva la tradición. Para recaudar más fondos, la familia que pujó por unas rosquillas y unas floretas las pusieron a la venta al precio de dos euros la unidad con el objetivo de que todos los presentes pudieran degustarlas y, de paso, aportar más recaudación para el culto a la Virgen de la Yedra.

Acabada la subasta, la imagen entró de nuevo en la ermita, donde los fieles se despidieron de ella cantando y besando la medalla.

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