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Viernes, 9 de diciembre 2022, 23:05
Desde pequeña Laura Sánchez, natural de Tamames, se interesó por el Belén, cautivada por la meticulosidad de cada detalle, y amante de las manualidades y el trabajo artesano. A día de hoy, con 82 años, y lejos de llevar una vida pasiva, presume de sus excelentes aptitudes: “Tengo mucha salud, la gente alucina con lo que hago”. No es para menos, y es que cada Navidad su vivienda luce un Belén de doce metros por cuatro metros de ancho, que ella sola desarrolla y que tanto vecinos de Tamames como de otros municipios se acercan a admirar.
“Es un vicio, me encanta ir añadiendo detalles; cuando salgo a pasear recojo todo aquello que veo que me puede servir”. Así es como da forma a un Belén de más de ochenta figuras y que no para de crecer. “Cuando vivía en Madrid siempre ganaba el mismo concurso, hasta el punto que tuvieron que poner un premio especial para que no se lo quitara siempre a los demás”, señala orgullosa.
Hubo un tiempo en que el desánimo llamó a su puerta por distintos motivos personales, y Laura mantuvo guardadas sus figuras, hasta que una de sus hijas consiguió que volviera a retomar su afición: “Me dijo que si montaba el Belén venían todos a pasar las navidades, y así volví a ponerme a ello”.
No solo monta las escenas del Belén cada Navidad, sino que ella misma fabrica algunos de los elementos con poliestireno, algo nada desdeñable para una mujer de su edad, que mantiene una vista y un pulso excelsos. “El paisaje es especialmente llamativo en mi Belén”, afirma.
Por supuesto, la tecnología se ha abierto camino, con el tiempo, a través de estas escenas, aportando dinamismo: “Mi marido me pone en marcha el motor para el fluir del agua del río, pero todo lo demás lo hago yo”.
El Misterio, la Anunciación o los Reyes Magos son tan solo algunas de las escenas que se pueden recorrer a lo largo de este Belén, que Laura comenzó a instalar cuando vivía en Madrid, y que ha retomado en su pueblo. Es posible que parte de su entusiasmo se haya contagiado o vaya en la genética de dos de sus hijos, que son arquitectos: “La gente les dice que ya saben de dónde les viene la profesión”.
Mucho han evolucionado las figuras, viviendas y paisajes montañosos desde aquellas figuras de papel que la Laura infante hacía con mimo imitando los belenes que cada Navidad contemplaba ensimismada: “Tengo la ilusión de una joven”.
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