![Las huellas del ‘gran hotel’ de esta localidad salmantina](https://s1.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2022/04/14/a20220406t091613-m-10-83-10-43-oo-86-61-25-f_1-3583488_20220414140000--1200x900.jpg)
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Jueves, 14 de abril 2022, 15:59
En el alto del cerro de Babilafuente se conservan los restos de una hospedería que alojaba a más de 40 personas y un hotel que tenía capacidad para más de 80 huéspedes
Más de 250 ‘agüistas’ llegaron a alojarse en la hospedería y el hotel que funcionaba junto a los manantiales de Babilafuente, cuenta Jacinto Prieto Posadas. Este vecino de Babilafuente nació en la antigua hospedería en 1936 y recuerda con cariño el tiempo que la regentó su padre Félix Prieto García, junto a su madre Jacinta Posadas Barbero.
Él es el único de los hermanos que vive y hoy, aunque retirado, sigue reviviendo en su memoria tiempos pasados donde veía subir y bajar la tartana tirada por una mula con la que se desplazaban al pueblo para reponer la despensa y transportar personas si fuera preciso, ya que este paraje se encuentra a varios kilómetros del pueblo. De dicho cerro nacen los manantiales que dan agua a las muchas fuentes de la localidad.
Lejos quedan los tiempos en los que llamados ‘agüistas’ acudían a este espacio natural para curarse de las piedras de riñón. Artemio Rubia, sobrino de Jacinto Prieto e hijo de Felisa Prieto, recuerda que su padre le contó que las personas que iban allí a buscar remedio para su mal del riñón tenían que guardar una dieta muy estricta y dura, entre cuyas obligaciones se encontraba la de beber seis vasos de agua en ayunas. También nació en este lugar, pero en 1947. Sus padres llegaron a la hospedería entre 1942 y 1952. “En los últimos años ya no había negocio... empezaron a ir pocos agüistas”, lamenta y sus padres tuvieron que tomar la triste decisión de cerrar las puertas.
En total, el hotel contaba con 82 habitaciones, y la hospedería tenía más de 40, calcula Jacinto, si bien sus padres, hermanos, y él mismo, tan sólo ocupaban dos de los cuartos de uno de los edificios.
Hoy tan sólo quedan las ruinas de este espacio de alojamiento y terapia. Entre ellas destaca el bello arco de la capilla, en la que cada domingo se celebraba misa.
Por suerte, no muy lejos de este recinto sigue funcionando el manantial de lo que denominan el balneario. Últimamente no recibe huéspedes, pero el agua sí se embotella. Los abuelos del propietario, el señor Ricardo y la señora Gabriela, en su día regentaron estos recintos.
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