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Sábado, 5 de junio 2021, 21:53
Hay historias emotivas que siguen descubriendo en lado más solidario del ser humano con los animales y la de Blanca y Miguel es una de ellas después de que una trágica historia ha hecho que se cruzaran sus caminos.
A mediados del pasado mes de abril un ganadero perdía la vida en una finca de la localidad salmantina de Puertas tras ser embestido por un toro que él mismo había criado, un suceso que conmocionó a los vecinos del pueblo. Su fiel compañera Blanca, una mastina de ocho años, perdió en ese instante a la persona que la había cuidado siempre y al que acompañaba a diario en su trabajo.
En otro extremo de la provincia, Miguel Martínez, un bombero salmantino, colaborador habitual de la Asociación Salmantina Protectora de Animales y Plantas (Aspap) en varios rescates de gatos, y su mujer, Isabel, conocieron la historia de Blanca para la que Aspap ya buscaba una adopción, a priori, complicada por la edad, tamaño y raza de la perra.
“Nunca nos hemos planteado comprar un perro, nuestra idea siempre era adoptar y fuimos al pueblo a ver a Blanca, a la que cuidaban aquellos días familiares del fallecido porque no había llegado aún al refugio de Aspap. Nos acompañaron a verla, dimos con ella un paseo, nos explicaron qué cuidados necesitaba y que había que tener prudencia porque era una perra territorial al ser un mastín y decidimos tirar adelante con la adopción”, explica Miguel.
Miguel e Isabel reconocen, además, que “nunca hemos tenido perro, en la familia sólo ha habido gatos y no es lo mismo pero estamos muy contentos con Blanca desde que ha llegado a nuestras vidas”, afirman. Casi un mes y medio después de aquel providencial encuentro que protagonizaron Miguel, Isabel y Blanca, los tres comparten ahora largos paseos por el campo y otros momentos de sosiego en la parcela que la pareja tiene cerca de Alba de Tormes.
El cambio de cuidar al ganado a vivir en una parcela está requiriendo, también, el lógico proceso de adaptación para la perra. “Mantiene su carácter territorial pero en nuestro caso tampoco descartaríamos recurrir a un profesional que le ayudara en ese cambio. Un perro ya adulto y con otras costumbres adquiridas durante años puede tener ciertas cosas que se deben aceptar y tratar y que son “corregibles” con la ayuda adecuada”, afirma Miguel.
Cada año en España cientos de perros como Blanca acaban en refugios y protectoras donde acaban siendo “invisibles” porque sus características, sobre todo edad y tamaño, les alejan del perfil que generalmente suelen buscar los adoptantes.
La decisión de Miguel e Isabel de dar una segunda oportunidad en su vida a esta “grandullona” no es excepcional pero tampoco muy habitual. Ayudar a Blanca a superar la nostalgia que a veces transmite su mirada y hacerla sentir querida es ahora todo un reto para la pareja que, sin duda, anima a adoptar y a ayudar a animales sin hogar.
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