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Miércoles, 20 de abril 2022, 20:04
Nada menos quetres esculturas de Gregorio Fernández, el gran imaginero español del siglo XVII están a disposición de los visitantes en la magna exposición de arte sacro “Teresa de Jesús: Mujer, Santa, Doctora”, que se puede visitar de manera gratuita en Alba de Tormes hasta el 22 de octubre. Las piezas de Gregorio Fernández, son las protagonistas indiscutibles de la Semana Santa en Valladolid por su calidad y ahora la villa ducal muestra tres esculturas de primer nivel del autor.
Dos de las piezas, una imagen de Santa Teresa y otra de San Juan de la Cruz, están dentro del patrimonio artístico del Carmelo albense y a ellas se ha sumado desde hace apenas unos días una tercera obra, que también representa a Santa Teresa.
Se trata de una escultura no solo de gran valor artístico “sino de gran valor desde el punto de vista afectivo porque pertenece a la fundación teresiana de Valladolid” matiza el comisario de la muestra, el prior Miguel Ángel González.
“Con gran generosidad ha sido cedida por las madres Carmelitas descalzas de Valladolid y gracias a ellas se han podido agilizar todos los trámites oficiales con la sección de patrimonio de Valladolid” argumenta el responsable de la muestra. Se trata de una pieza que permanece en la iglesia del Carmelo de Valladolid “expuesta al culto y consideramos de una generosidad extrema prescindir de ella durante tantos meses para poder disfrutarla en Alba de Tormes”, concluye González.
La escultura resulta imponente para el visitante y de gran atractivo por su fuerza y realismo. Manifiesta las características de Teresa de Jesús como mujer de gran fortaleza y como escritora mística conjugando ambos aspectos. Dentro de una femineidad que le caracteriza en su personalidad y que el artista capta bellamente.
Cabe destacar, que según los expertos, esta imagen escultórica y otras similares surgen como consecuencia de una demanda entre los devotos y generará el auge de un prototipo iconográfico para representar a Santa Teresa de Jesús después de su muerte (1582) y canonización (1622). Esta virtuosa representación del artista destaca tanto por la forma de presentar sus manos, ropajes e incluso la humanización del rostro y ha sido modelo e inspiración tanto para imagineros como para cofradías e imágenes devocionales.
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