La Casa Museo Chacinera de Candelario reabre sus puertas después de cuatro meses cerrada

El 8 de marzo fue el último día en el que los turistas pudieron disfrutar de las visitas teatralizadas a la Casa Museo Chacinera de Candelario. La pandemia del coronavirus obligó a cerrar las instalaciones y no ha sido hasta el pasado fin de semana cuando la actividad ha vuelto con relativa normalidad y algún cambio.

Los turistas que acceden al interior de la casa solían hacerlo en el ambiente chacinero de Candelario de 1920. Se escenifica la actividad en casa de Don Pedro, papel que interpreta Miguel Ángel Fernández, al que acompaña Mariana, la criada, personaje que protagoniza Ana Muñoz. Junto a ellos se encuentra Antonia Sánchez, la guía del Museo. Entre los tres recrean un mundo que dio esplendor a Candelario, pero que se ha visto trastocado por el coronavirus. Ya no es 1920 en casa de Don Pedro, sino 1918, fecha en la que el mundo sufrió el embiste de la llamada gripe española. Miguel Ángel Fernández explica que se ha adaptado esa idea para justificar en cierta medida que los actores llevan mascarilla y que dentro del Museo hay también distanciamiento social.

Han marcado en cada sala los espacios donde pueden colocarse los visitantes, que están limitados a doce por pase. Además, cada actor se ubica en una zona y evitan interactuar. De este modo, Don Pedro se queda en la planta baja, lugar donde se elaboraban los productos chacineros, mientras que Mariana recibe a los visitantes en la planta noble de la casa, la vivienda, donde la explicación que realiza la guía se centra en la vestimenta que lucen las candelarias y su característico peinado.

Han empezado con ilusión y con mucha precaución. Cualquier medida es poca para trabajar y recibir a los visitantes.

Aquellos que quieran conocer el legado de Candelario, su historia y cómo es por dentro una antigua casa chacinera pueden hacerlo los sábados por la tarde (de 17:30 a 20:00 horas) y los domingos por la mañana (de 11:30 a 13:00 horas). Allí podrán conocer detalles del esplendor chacinero de Candelario de un siglo atrás y saber más detalles sobre la vestimenta de sus mujeres, denominadas candelarias, o de sus hombres, a los que se les llama choriceros.

Candelario se ha convertido en el referente de la actividad cultural y social de este atípico verano en la comarca de Béjar. Junto con Puerto de Béjar ha emprendido una serie de actividades culturales con la idea de recuperar cierto impulso y cierta normalidad dentro de las normas sanitarias exigidas. A ellos se sumarán otras localidades como Peromingo, donde ya preparan un verano cultural distinto.

El impulso de Candelario se ha puesto de manifiesto con la reapertura del Museo y la puesta en marcha de la piscina, sin dejar de lado las más de veinte actividades culturales y de ocio que, para todos los públicos, desarrollará hasta finales del mes de agosto. Una situación que contrasta con la vecina ciudad de Béjar, donde sólo se esperan dos conciertos de la banda municipal, un musical y una obra de teatro en mes y medio (ya ha habido un concierto de la banda y otra obra de teatro).

La reapertura de la Casa Museo de Candelario supone un aliciente más para que los turistas recalen en la localidad y conozcan más del legado chacinero de la localidad, que desarrolló una notable actividad en la elaboración de embutidos entre finales del siglo XIX y principios del XX. La casa mantiene la estructura de aquella época y permite ver cómo se elaboraban los embutidos en la planta baja, cómo se vivía en la planta intermedia y cómo se secaban con el humo los productos chacineros en el sobrao (la tercer planta).

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