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Imagen de la Torre del Homenaje, único elemento arquitectónico que se conserva hoy en día del Castillo de Alba de Tormes. FOTOS: EÑE
La atalaya, fortaleza y palacio ducal que brilla en Alba de Tormes

La atalaya, fortaleza y palacio ducal que brilla en Alba de Tormes

Aunque la mayor parte de la estructura se ha perdido con el paso del tiempo, el Castillo de Alba de Tormes conserva su gran Torre del Homenaje, símbolo de una época floreciente y suntuosa de la villa ducal

Viernes, 18 de diciembre 2020, 12:05

Habla de Alba de Tormes y su protagonismo histórico es referirse a la historia viva de España. Y no solo por lo que la ciudad representó como baluarte fronterizo en tiempos de reconquista, sino por el empuje y peso mostrados por la Casa de Alba, el linaje más importante de los siglos XV y XVI, que tan hondas raíces sembró en la villa ducal y cuyos vestigios pueden contemplarse hoy en día, entre ellos su imponente castillo —o lo que queda de él—. Pero el origen de la fortaleza es anterior al desembarco en Alba de los duques. La primera construcción, una simple atalaya defensiva, es netamente medieval y se remonta al siglo XII. Un siglo después, esta primitiva torre se transforma en castillo, del que disfrutan los reyes castellanos, que lo toman bajo su amparo. Pero también la nobleza del lugar, toda vez que el primer señor de Alba de Tormes, Gutierre Álvarez de Toledo, mandó transformar en 1429 esta fortaleza en residencia privada.

Pero el disfrute fue escaso. La fortaleza es prácticamente devastada por las contiendas de mediados del siglo XV hasta que su traspaso al primer duque de Alba, García Álvarez de Toledo, conlleva un nuevo renacer del inmueble, que de nuevo es reconstruido y elevado a la máxima categoría hasta su conversión en palacio ducal. La edificación, actualmente cedida al Ayuntamiento, sigue siendo propiedad de la Casa de Alba. Pero de aquel majestuoso palacio, epicentro de la vida cultural y cortesana de los siglos XVI y XVII, tan solo se conserva la Torre del Homenaje —de las seis que llegó a tener el castillo—.

Restos arqueológicos de lo que un día fue el Castillo.

Otro punto de inflexión como referente cultural de la época llega con el Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, quien además de mandar construir una torre de vigilancia se vuelca a la hora de engalanar las estancias del inmueble con los mejores mármoles, pinturas y tapices. De esta época datan los frescos del Salón de la Armería, unas pinturas renacentistas de significativa traza.

A partir de entonces, mediados del siglo XVI, el castillo toma aires palaciegos —convirtiéndose en uno de los más suntuosos de España— y sus salas acogen las representaciones de las primeras obras de Juan del Enzina y sus muros alojaron a ilustres creadores como Lope de Vega, Calderón de la Barca o Garcilaso de la Vega. Estos siglos de gran esplendor finalizan con la Guerra de la Independencia, cuyas consecuencias dejan el castillo en desuso y en una ruina casi total. Hasta que en 1960 se inicia su restauración.

En el interior se conservan unos frescos del siglo XVI.

Un vivo retazo de la historia de España

Aunque durante más de un siglo estuvo olvidado y en la más absoluta de las ruinas, en 1960, por iniciativa de Luis Martínez de Irujo, XVIII duque consorte de Alba, se inicia un lento, pero fructífero, camino hacia la recuperación de estas estancias. Se restaura la Torre del Homenaje y se recuperan las pinturas de la Sala de la Armería, frescos realizados por el italiano Cristóbal Passini entre 1567 y 1571 y que representan tres escenas de la batalla de Mühlberg, en la que el Gran Duque de Alba fue uno de los principales protagonistas imperiales. En 1991, la Casa de Alba cede el Castillo al Ayuntamiento de la villa para que sea utilizado con fines turísticos. En la actualidad se ha convertido en un museo sobre los Alba, pero también sobre la villa ducal. Gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en el lugar, hoy en día el visitante puede apreciar los cimientos de aquel palacio que marcó una época en la vida cortesana de España y también contemplar algunos de los restos encontrados en estas excavaciones: bustos, metales, azulejos, cerámicas, cartas y monedas de la época, entre otros objetos. A los que hay que sumar también el fuero de Alba de Tormes de 1279. Todo ello en la planta baja de la Torre del Homenaje. Pero el museo es algo más. El visitante también puede disfrutar de los frescos renacentistas del siglo XVI que durante años permanecieron ocultos y de una estancia que en su día fue utilizada como lugar de representaciones teatrales. Una tercera estancia ubicada en la segunda planta ofrece la exposición “Castillos y Murallas en el occidente de Castilla y León”, un recorrido por la historia de los diferentes castillos de la Comunidad. Y para finalizar la visita, nada mejor que acceder al espectacular mirador instalado en la parte más alta de la torre. Desde aquí se pueden contemplar unas vistas panorámicas de las ruinas del Castillo, de la villa ducal y de la ribera del río Tormes. Un vivo retazo de la historia de España.

CARACTERÍSTICAS DEL CASTILLO

Ubicación: Villa de Alba de Tormes.

Construcción: La primera construcción, una simple atalaya, data del siglo XII. En el siglo XIII, la torre se convierte en Castillo, que es otorgado al primer señor de Alba, Gutierre Álvarez de Toledo, que convierte el castillo en una fortaleza. Pero es Fernando Álvarez de Toledo, el Gran Duque de Alba, el que se vuelca con el inmueble para convertirlo en un palacio privado.

Reconstrucción: Todo su esplendor finaliza con la Guerra de la Independencia: el palacio es prácticamente destruido. En 1960 se inicia su reconstrucción y en 1991 la Casa de Alba cede su uso al Ayuntamiento. Desde entonces es utilizado como museo.

Visitas: El Castillo puede visitarse de martes a domingos, de 10:00 a 14:00 horas y de 15:30 a 18:30 horas. La entrada general es de 3 euros, pero hay descuentos para grupos, jubilados y jóvenes. Los niños menores de 6 años no pagan.

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