Herido un caballo en un deslavazado y largo tercer encierro guinaldés

Y a la tercera fue la vencida. No pudo ser, no se consiguió hacer triplete de buenos encierros tradicionales después de dos grandes y vistosos festejos, el dominical se saldó con un caballo herido por asta de toro, magullado el jinete y bravos sueltos por el recorrido por espacio de media hora.

Arrancó la jornada con el ambiente habitual de un domingo de fiestas guinaldesas: muchísima gente, tanto del pueblo como visitantes, y muchos de ellos después de una larga noche de música y animación sin descanso hasta enlazar con el madrugador «Toro del Aguardiente». Un ejemplar de la ganadería de «El Risco» que se movió entre el coso de la plaza y el entorno de la iglesia. Un festejo en el que uno de los operarios municipales, encargado de la apertura y cierre de las puertas de la plaza resultó herido al ser embestido por el astado, por lo que tuvo que ser trasladado al Hospital de Salamanca aunque, en principio, no llevaba cornada pero sí una fuerte paliza.

Tras la matinal suelta, los guinaldeses y foráneos fueron llenando por completo el amplio recorrido desde la plaza hasta la Cruz de Villa a pesar del intenso calor que se registraba ya en estas primeras horas de la mañana del domingo para ver el tercero de los tradicionales encierros con caballos de Fuenteguinaldo.

Un poco más tarde de la hora prevista, alrededor de las 12:15 horas, la campana de la iglesia tocaba a arrebato y se veían las primeras carreras en el tramo de campo del festejo mixto, con unos toros de la ganadería de Villalpando que desde su salida de la dehesa de «El Guardao» no se lo pusieron fácil a los caballistas.

Al encontrarse con los primeros corredores, en el inicio del tramo urbano, tres de los morlacos se desentendieron de los caballos, embistiendo a todo lo que se movía y separándose la manada principal que avanzó en rápida carrera hacia la plaza.

Por detrás quedaron los tres toros sueltos que gracias al buen trabajo desarrollado por algunos de los jinetes y los mozos fueron avanzando hasta incluso llegar a la mitad de la calle del Cristo. En este punto, los dos morlacos más adelantados se dieron la vuelta regresando hasta la calle de las Escuelas.

Fue durante los intentos de varios caballistas ayudados por los mozos, cuando uno de los toros que perseguía a un mozo se percató de la presencia de un caballo y su jinete y se fue directamente hacia ellos. La tremenda embestida lanzó a montura y caballista al suelo y, a pesar de que uno de los corredores rápidamente se lanzó a rabear al toro para sacárselo de encima, el pobre caballo recibió una fuerte cornada en la barriga. Recuperado de la caída, el caballista, el experimentado guinaldés Francisco Sánchez «Paco», consiguió llevarse al caballo que tuvo que fue cosido de urgencia por un veterinario, mientras el jinete solo tenía algunos golpes y magulladuras como consecuencia de la caída.

El festejo continuó con el avance lento de los dos últimos toros, a los que hubo que echarle de nuevo los cabestros para conseguir que subieran la cuesta del Cristo y de allí hasta la plaza.

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