Sepulcro Hilario
Domingo, 9 de febrero 2025, 16:49
Detrás de una apariencia discreta, a excepción del vibrante color de pelo que Mariluz Calvo Sánchez luce con una modesta sonrisa, hay toda una vida plagada de giros, dificultades, aventuras de un lado a otro y sobre todo amor. De madre salmantina, de Alba de Yeltes, y de padre gallego, Mariluz nació y creció en Francia, donde ambos se conocieron y residían, pero acudió cada verano al pueblo de su madre hasta los 18 años. Con el tiempo conoció a su marido, Jean Louis, y el recuerdo de Alba de Yeltes se fue desvaneciendo.
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«Llevaba 34 años sin venir a Alba de Yeltes; vine con mi familia, les gustó, y después de unas cuantas visitas me dijo: ¿Por qué no nos venimos a vivir aquí cuando nos jubilemos?», explica Mariluz. A lo que ella, sensatamente, objetó: «¿Y qué vamos a venir a hacer aquí?». Si embargo, el destino les tendió una oportunidad. Mariluz, hostelera y propietaria de un bar en Francia, ha tomado las riendas del bar de Sepulcro Hilario, devolviendo a su vez a los habitantes una importante parte del alma del municipio.
«En Francia tenía un bar, y mi marido era guardaespaldas de unos artistas franceses muy famosos, además de portero de discoteca los fines de semana», cuenta. Incluso, añade, «ha llevado a los conciertos a AC/DC y Michael Jackson». Precisamente su marido, quien propuso la mudanza, no habla nada de español. «Conoce algunas palabras, normalmente le traduzco...»
Ambos tienen cinco hijos, tres de ellos en común: «A los que no son míos también los crié yo, ya que su madre murió», relata Mariluz, una madre coraje que ha sacado adelante a una familia numerosa. Junto a ella, en el bar estos días, está, además de su marido, uno de los hijos que tienen en común: Anthony, de 38 años, que padece una ligera discapacidad intelectual a causa de un trágico accidente en su niñez: «Cuando tenía 18 meses un camión colisionó contra nuestro coche, y se golpeó en la cabeza», pero añade: «Está muy bien, la gente de aquí, tanto de Alba como de Sepulcro, le trata muy bien. Es muy trabajador y una gran ayuda», y le define de una forma enternecedora y camaleónica: «Cuando está con niños es un niño; cuando está con adultos es un adulto».
Por insólito que parezca, también otro de sus hijos, el menor de todos, Valentín, se mudará con ellos el 17 de febrero, para gestionar el bar junto a ella: «Yo tengo 66 años, el contrato del bar lo tenemos por 5 años, y la intención es que él continúe después con el negocio». Mientras Anthony entiende el español aunque lo habla poco — le da apuro—, Valentín lo habla de forma fluida: «Vino a vivir a España hace diez años, estuvo tres años y se marchó porque no encontraba trabajo». Su suerte ha cambiado.
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Mariluz y su familia viven en una casa alquilada por el Ayuntamiento de Alba de Yeltes, aunque tienen la residencia familiar de su madre, un patrimonio que comparte con sus cinco hermanos: «Ninguno vive aquí, pero en Alba medio pueblo es familia de mi madre, todos nos conocemos».
En Francia vivían en un pueblo aún más pequeño: «Había doce casas», pero asegura que el día a día no tiene nada que ver: «Allí la gente va a lo suyo, es muy fría y desconfiada. Estuve diez años sin conocer a los vecinos que tenía a 100 metros de distancia. Aquí todos te ayudan, luego tú les ayudas a ellos...», y puntualiza: «Estamos muy contentos».
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