Fin de fiesta en Lagunilla en torno al fuego

Lagunilla cerraba este miércoles la programación de Carnaval con la tradicional fiesta de la sardina, que allí se celebra de una original forma: son los propios vecinos los que asan sus propias sardinas, repartidas, eso sí, por el Ayuntamiento.

Y es que, como es tradición, el Consistorio prepara una inmensa hoguera que tras la restauración de la Plaza Mayor se ubica en la trasera del Ayuntamiento y, desde allí, los responsables municipales reparten las sardinas entre los vecinos, que ayer utilizaban de nuevo sus parrillas para asar las sardinas a su gusto. Decenas de kilos se distribuyeron entre los vecinos presentes, como el sábado se había hecho con la carne.

Se trata de una tradición que se mantiene viva años tras año y que permite a los vecinos, familias y amigos reencontrarse y disfrutar de los ricos sabores de la sardina o la carne de una forma diferente. Aunque había menos gente que en la jornada del sábado, los vecinos presentes quisieron mantener viva la costumbre, que forma parte de una programación más amplia de Carnaval. Y es que la localidad mantiene también en la jornada del martes la celebración del Carnaval con un animado baile, que comenzó en horario de tarde y que contó también con disfraces.

La fiesta también tenía lugar en la planta baja del Ayuntamiento, sede de la asociación de mayores, que cenaban allí protegidos de la llovizna que caía mientras se asaban las sardinas.

Los quintos sumaron este año de nuevo su granito de arena después de que en el último lustro sólo se había celebrado su fiesta, con subida al pincollo incluido, en dos ocasiones y con una pandemia por medio.

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