Erik, Dulgan Pineda, Douglas Isaac y Darkys Manchego. S. DORADO

La familia venezolana a la que la tauromaquia salmantina cambió su destino: «No sé qué habríamos hecho»

Dulgan Pineda, mayoral afincado en La Fuente de San Esteban con su mujer y sus hijos, uno de ellos con una discapacidad, se abrió paso ante un futuro incierto

S. Dorado

La Fuente de San Esteban

Viernes, 17 de enero 2025, 06:00

Hace siete años que Dulgan Pineda Montoya, un venezolano procedente de la localidad de Rubio, en el estado de Táchira, una zona fronteriza con Colombia, abandonó su tierra natal para entregarse al más noble oficio para un amante de la tauromaquia: mayoral. Este destino no fue casualidad, y es que su cuñado, Ney Zambrano, ya afincado en la provincia, es, ni más ni menos, que picador de toros.

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«Primero vine solo, a trabajar en la ganadería Puerto de San Lorenzo. Gracias a ellos vine con un visado de trabajo. Tuve esa gran suerte, no como otros familiares que vinieron por otros medios», recuerda. «Es muy diferente llegar, por decirlo así, con papeles, legal», matiza el mayoral de venezolano. Así es como fue a parar a Tamames. «Mi cuñado siempre se había criado en este medio, y a través del toro llegó a España. Este es su hábitat, vino a la raíz de la tauromaquia», cuenta Dulgan.

Hace cinco años que Dulgan es mayoral en Torrealba, pero no solo ha cambiado de destino: al año de emigrar pudo traer consigo a su mujer, Darkys Manchego, y a sus hijos: Erik, de 18 años, y Douglas Isaac, de 11 años. «Ya en Venezuela ayudaba al manejo. Allí, por la situación que se vive, en muchos sitios ya no hay corridas». En su día a día, asegura que surgen situaciones complicadas inherentes a este oficio, pero tiene como máxima «la precaución por delante», y asegura que todo se hace con muy buenas prácticas: «Todo está muy bien preparado».

También él, como su cuñado, es amante de la tauromaquia, aunque no lo es de los encierros. El Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo es ya bien conocido para él: «Estuvimos hace dos años y este año volvemos a ir, con seis toros». Se siente agradecido «a Dios» por lo que tiene, y es que, aunque confiesa que jamás había pensado en emigrar, vivir aquí le ha brindado un futuro muy diferente y esperanzador a su hijo menor, que padece una minusvalía desde que nació: «Desde que estamos aquí le han hecho tres cirugías», y no duda de la diferencia que supone estar aquí para su salud: «Ni te lo imaginas. Si hubiera estado en Venezuela no sé cómo habría resuelto la papeleta. Allí ahora mismo si no tienes dinero no eres nadie. Si tienes que ir al hospital tienes que llevarte hasta el algodón; no hay nada», revela.

Esta es una de las principales motivaciones, asegura, «para seguir aquí», y proclama: «Por ellos, porque aquí también disfrutan de una buena educación». Su hijo mayor ha comenzado recientemente una formación de grado medio. Desde hace dos años viven en La Fuente de San Esteban, conde compraron una vivienda «muy cómoda, aunque viejita», que él mismo está arreglando en sus ratos libres. Su madre, su cuñado y su hermana, que tiene dos hijos, también viven por allí, al igual que otras muchas familias extranjeras. Para el resto de su familia desearía «poder traerlos también», porque la realidad en Venezuela, de donde nunca pensó que tendría que irse, es esta: «Es una dictadura descarada, una Cuba. Tenía mi negocio, mi casa...y te ves teniendo que irte».

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