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Martes, 26 de julio 2022, 20:01
Son fieles testigos del paso del tiempo y desde mediados del pasado mes de junio forman parte de una importante colección ubicada en el museo Valeriano Salas de Béjar gracias a la donación que el óptico José Ángel Reig ha querido realizar a su ciudad.
Bajo el título “La máquina del tiempo. Relojes con vida”, la ciudad textil muestra en el claustro bajo del antiguo convento de San Francisco nada menos que 313 relojes debidamente restaurados y documentados para ofrecer al público un sencillo paseo por los gustos y tendencias de los últimos tres siglos. Pertenecen ya al patrimonio de la ciudad de Béjar gracias a la entrega que la familia de relojeros Reig realiza para facilitar la conservación de los 313 relojes y, sobre todo, acercar al gran público los secretos y curiosidades que guardan muchos de los ejemplares allí expuestos.
La elección de ese espacio museístico no es algo casual ya que el antiguo convento de San Francisco atesora el legado del bejarano Valeriano Salas, que fue director de la Revista Geográfica Española, del Ministerio de Asuntos Exteriores. Dentro del museo, la exposición de relojes se ubica en una sala en la que comparte estancia con la antigua botica “La Bola” del doctor Agero donada por su familia a la ciudad de Béjar.
En ese importante marco, la colección, una de las mejores por contar con importantes ejemplos de relojes de bolsillo, luce ya en su esplendor gracias al importante trabajo realizado durante años por José Ángel Reig y por el profesor ya jubilado Manuel Alvarez-Monteserín, comisario de la muestra, que se ha ocupado de la catalogación de cada uno de los 313 relojes.
Durante más de sesenta años, Reig adquiere, repara y rehabilita relojes de pared, de sobremesa, de caja alta, de bolsillo, de antesala y de pulsera hasta conformar una colección para la que carecía de espacio y, de ahí, surgió la idea de entregarla a su ciudad a modo de legado. “La mayoría de relojes que compraba no funcionaban y, por ello, el segundo paso era ponerlos en marcha”, explica José Ángel Reig.
Ejerció de óptico hasta su jubilación en el año 2009, aunque durante unos años también trabajó como relojero, y aprovechó esa nueva etapa para preparar los relojes adquiridos durante décadas. “El taller de mi padre me lo llevé a casa, fui reparando uno por uno y haciéndoles una ficha técnica a cada uno de ellos” detalla. Así ha sido en los último trece años de su vida hasta que surgió la idea de donar la colección al Ayuntamiento de Béjar para que sea el custodio de esa importante colección.
Es en ese momento cuando entra en escena el profesor Manuel Álvarez-Monteserín. “Me llamó José Ángel hace más de dos años, antes de la pandemia del coronavirus, para comentarme que contaba con esta colección y, además, me enseñó las fichas de los relojes, que tienen una labor impresionante”, explica Alvarez-Monteserín, que añade que “lo importante de esta colección es que es de un bejarano para Béjar y esa idea debe seguir con más recopilaciones de otros tipos de objetos que deben quedar para la ciudad”.
Hace un año comenzó la tramitación de la donación con el Ayuntamiento, que derivó en una exposición inaugurada el pasado 17 de junio con presencia de autoridades locales como el alcalde, Antonio Cámara, y regionales como el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, entre otras personalidades que quisieron acompañar a José Ángel Reig y Manuel Alvarez-Monteserín en la presentación oficial de la colección.
Ambos trabajaron durante muchos meses para conformar y dar sentido a una iniciativa que esperan vaya creciendo en un futuro ya que José Ángel Reig atesora algunos relojes y piezas más que podrían enriquecer aún más la exposición ya abierta al público.
La colección se completa con la mesa de trabajo del padre de José Ángel Reig, Ángel, con herramientas propias pero, también, de su maestro, Enrique Jiménez, relojero de Béjar que creó escuela en la ciudad.
Algunas de las piezas expuestas guardan una historia personal como, por ejemplo, el reloj planetario que José Ángel Reig dibujó pero nunca llegó a construir y, también, el reloj esqueleto que quiso regalar a su esposa en los años setenta. Utilizó para ello las ruedas de un reloj de pared, hizo la esfera y la maquinaria para crear una pieza única que carece de armazón y deja a la vista todo su mecanismo.
Coronan el reloj las iniciales del matrimonio, J y M, es decir, José Ángel y Manuela. Para realizar ese reloj esqueleto, el óptico empleó casi un año, más de 300 días, mismo tiempo que dedicó a poner a punto un reloj conocido como “reloj de los muñecos”o Flotenurh, que traducido del alemán significa reloj de flautas.
Adquirido por su padre, este “reloj de los muñecos” data de los años 1820 y 1870 en la Selva Negra alemana y se implantó en la corte austríaca en el siglo XVIII. Cuenta con un mecanismo musical formado por un cilindro de madera con unos pasadores o grapas con nueve melodías.
Además, tiene tres autómatas que representan tres figuras de músicos de la época que giran y mueven sus brazos como si estuvieran tocando flautas. Su secreto se encuentra en una caja estanca con flautas por las que pasa el aire procedente de un fuelle y abre unas válvulas que lo envía a las flautas.
Son importantes ejemplos de la destreza de los maestros relojeros que crearon en su día estos impresionantes ejemplos de relojes con mecanismo gracias a un oficio que no atraviesa ahora su mejor momento. Reconoce José Ángel Reig que el oficio de relojero está abocado a su desaparición al menos en la parte de la mecánica aunque aún restan algunos profesionales en activo.
Todas estas curiosidades y muchas más se pueden ya visitar en el interior del museo Valeriano Salas de miércoles a viernes de 10:00 a 14:00 horas y los sábados, de 16:00 a 19:00 horas. El resto de días permanecerá cerrado.
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