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No es una profesión con la que habitualmente sueñe un niño; tampoco es fácil de conseguir. El anhelo de Óscar se forjó desde la infancia. El mirobrigense deja una estela de ilusión a su paso. Estar en las nubes adquiere para él un sentido muy distinto. Con la inocencia infantil escribió a Iberia, y décadas después surca los cielos para ellos como piloto de aeronave comercial.
¿Cuánto lleva como piloto comercial?
—Llevo como piloto cinco años, y empecé la formación cuando tenía 18 años. En total, llevo nueve años en aviación, y trabajando cinco. Primero estuve en Vueling, y después pude acceder a Iberia.
¿Estudió en una escuela o accedió a través del Ejército?
—Estudié directamente para ser piloto comercial en la escuela de Salamanca. Cuando terminé el Bachillerato estuve buscando escuelas, y por cercanía y por la buena fama que tenía, decidí estudiar ahí.
La escuela es cara... ¿Fue eso un problema?
—Efectivamente es muy caro. La alternativa barata es formarse con el Ejército. Por suerte mis padres podían pagármelo, y mi madre me dijo una cosa muy bonita: “Hijo, yo la herencia que te voy a dejar es lo que seas el día de mañana”. Esa frase me caló muy hondo, y lo tomé de una forma muy personal.
Ha vivido la Semana Santa desde dentro, en Ciudad Rodrigo. ¿Es difícil compaginarlo?
—Simplemente me pido los días con antelación, salgo Jueves y Viernes Santo. A veces hay problemas y se trabaja mucho, así que no se puede, pero en general no hay problema. Lo organizo y preparo con mis amigos. Me gusta mucho la Semana Santa en Ciudad Rodrigo, le tengo mucho cariño. Soy de la Cofradía de Jesús Nazareno y siempre trato de estar presente. Llevamos un paso pequeñito, de diez personas.
¿De dónde viene el sueño de ser piloto? ¿Cómo comenzó todo?
—Es algo vocacional que desde pequeñito tenía claro. Me encantaban los aviones. Todo esto viene porque desde pequeñito estuve viviendo en Las Palmas y La Gomera, y el hecho de tener a la familia en la península, nos obligaba a coger muchos vuelos, entonces es lo que veía. Siempre lo he tenido muy claro. Casi todos los niños querían ser futbolistas, porque es lo que les ponían, pero yo no veía fútbol, yo veía aviones. Siempre me ha encantado estar en el aeropuerto, salir corriendo por la terminal, disparado para mirar por las cristaleras los aviones despegar, la sensación de volar...
De niño envió una carta a Iberia...
—Fue con unos once años, con un amigo de Ciudad Rodrigo al que también le gustaban los aviones. Tenía una revista de aviación en la que aparecían las direcciones de las compañías aéreas españolas, entre ellas Iberia. Les escribimos y pedimos una maqueta, y nos respondieron a cada uno y nos mandaron una maqueta. No me lo creía cuando lo recibí. Estaba esperando a que llegara mi madre de trabajar, sonó el timbre y era la cartera preguntando por Óscar Ramajo, que tenía un paquete para mí. Bajé las escaleras, empecé a darle vueltas, vi el sello de Iberia y subí corriendo con una ilusión tremenda. Mis padres, que no sabían que había escrito a Iberia, alucinaron, claro.
¿Aún conserva esa maqueta?
—La conservo, y ahora tengo una colección de unas cincuenta, todas de aviones comerciales.
¿Cómo vivió su primer vuelo a los mandos?
—Iba muy nervioso, claro. Es algo que llevas esperando toda la vida, recuerdo que era San Blas, un día muy importante en Ciudad Rodrigo, y también San Óscar. En mi familia siempre lo recordamos con mucho cariño.
¿Es estresante el ritmo de vida?
—A mí me encanta llevar ese ritmo. Necesito estarme moviendo constantemente, se me hace raro estar varios días en el mismo sitio. Te haces a estar haciendo y deshaciendo la maleta. No puedo estar tres días en el mismo sitio.
Personas del sector opinan que es difícil conciliar vida personal y laboral...
—Tampoco lo veo un inconveniente. Compañeros que tienen hijos agradecen los periodos largos de libranza, porque dicen que pocos trabajos te permiten llevar a tus hijos al colegio cada día. Haces vuelos tan largos que necesitas mucho descanso también, así que...
Después de tantos vuelos, ¿se embarca en viajes en avión en vacaciones, o por el contrario rompe con la dinámica?
—Hay gente que no, que no se suben a un avión, pero a mí no me importa. De hecho me gusta también volar como pasajero, ir sentado atrás tranquilamente, mirando por la ventanilla como cuando era pequeño.
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