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Domingo, 6 de noviembre 2022, 10:38
El reloj de la iglesia de El Pilar y San José de Béjar, conocida popularmente como Monte Mario, fue esta semana de nuevo protagonista involuntario debido a un acto vandálico que impidió el mantenimiento semanal del que se ocupan dos voluntarios.
Cuando acudieron a la puerta de la torre para acceder al reloj, se encontraron restos de pegamento y al introducir la llave no pudieron hacer girar la cerradura con lo que no pudieron ocuparse de la puesta a punto del reloj.
Una vez detectado el acto de vandalismo, los voluntarios se pusieron en contacto con responsables del centro parroquial de San Miguel, al que pertenece la iglesia de El Pilar y San José, para informarles de lo sucedido con el objetivo de presentar la correspondiente denuncia ante la Policía Nacional de Béjar.
La singularidad de este templo se centra en que está cerrado al culto y en estado de abandono desde el año 2016 y seis años después sigue siendo objeto de actos de vandalismo, como los sucedidos en el año 2018 y otros anteriores.
Sin embargo, en esta ocasión, el ataque vandálico tiene otra motivación que va más allá de estropear la fachada con pintadas. Todo apunta a que el ataque que sufrió este viernes la iglesia va más allá de un mero acto de vandalismo sino que busca impedir el mantenimiento del reloj para que deje de sonar. El motivo no es otro que las molestias que genera en algunos vecinos de la zona que han pedido que dejen de sonar las campanas cada quince minutos para marcar las horas.
Ese sonido reabrió hace un año el debate en el barrio de Los Praos ya que cuenta con partidarios de seguir con el tañer del reloj y otros que están en contra porque les molesta el sonido en sus domicilios. La asociación de vecinos de esa barriada de la ciudad realizó hace un año un sondeo para conocer la opinión de los vecinos del barrio y, según explicó la junta directiva, la gran mayoría estaba a favor de mantener las campanadas del reloj y tan sólo “una o dos personas estaban en contra”.
En este sentido, el párroco del centro parroquial de San Miguel, Bernabé Marcos, apuntó que sería necesario que se realizarán mediciones del ruido por parte de la Policía para saber si se superan los límites que marca la normativa. “Si entra demasiado ruido debe ser la autoridad la que decida qué hacer en este caso y las medidas oportunas que se deben tomar”, explicó para añadir que “costaría un dineral silenciarlo y si los vecinos a los que les molesta quieren gastárselo, que lo hagan”.
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