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Foto de un buitre en un tejado de Berrocal de Huebra. ARCHIVO
La demoníaca leyenda del campo charro que se ha hecho viral

La demoníaca leyenda del campo charro que se ha hecho viral

El diablo habría dejado marcado para siempre un pueblo de la provincia

José Fuentes Rajo

Berrocal de Huebra

Martes, 29 de octubre 2024, 16:10

Parece ser que Salamanca es uno de los lugares predilectos del demonio para cometer sus fechorías, no sólo le gustaba dar clases de magia negra a universitarios en la cripta de la antigua Iglesia de San Cebrián en la capital, sino que también dejó su huella en lugares como la pedanía de Porqueriza, perteneciente a La Mata de Ledesma, donde hay puente que lleva su nombre (aunque nada indica que este hecho guarde relación con una leyenda) o en Berrocal de Huebra, donde dejó patente de por vida la señal de su paso.

Es la leyenda que ha rescatado este mes el creador de contenido mirobrigense César Merino en su cuenta 'descubriendoespanha en la que cuenta cómo el diablo intentó salir a la superficie disfrazado de hombre en busca de almas corrompidas para llevarse al infierno, pero extravió su rumbo y apareció en la dehesa charra, un paraje lleno de encinas y vacío de personas.

Al no encontrar a nadie y malgastando su energía en mantener su forma humana, decidió descansar bajo un árbol, momento en el que escuchó el maullido de un grupo de gatos que se encontraban cerca de una alquería y pensando que, donde había gatos habría humanos, se aproximó veloz con ansias de encontrar almas.

Cuando el demonio logró alcanzarlos, los gatos cruzaron la puerta de un edificio, y el diablo, seguro de su poder, irrumpió en el lugar con fuerza. Pero, una vez dentro, descubrió que estos felinos le habían tendido una trampa haciéndole entrar en un templo cristiano donde la presencia de un crucifijo, alrededor del cuál se habían situado, comenzó a evaporarlo. Al darse cuenta de que regresaría al infierno derrotado, intentó llevarse las almas de los gatos agarrándolos por el rabo. Los animales se resistieron, aferrándose fuertemente al suelo con sus garras.

Según la leyenda, las huellas de sus uñas quedaron petrificadas en los pequeños berruecos (rocas) de Berrocal de Huebra, recordando para siempre el engaño y la derrota del diablo en tierras charras.

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