Clamor por los Cenizos en el último aliento del Carnaval del Toro

Los mirobrigenses exhalan el último aliento de festejos carnavaleros durante la petición de Cenizos, un día extra de Carnaval que rara vez se concede. De hecho, hasta el año pasado, hacía más de medio siglo que los ciudadanos no disfrutaban de este obsequio, un regalo que se concedió para compensar la fatídica pandemia que obligó a suspender una edición del Carnaval, un hecho igualmente histórico.

Al finalizar la capea y el desencierro, peñas y asociaciones se reunieron en la plaza de toros para, llevando a hombros el icónico toro naranja, recorrer a modo de pasacalles circular la calle Madrid, la Plaza del Conde, la plazuela del Buen Alcalde y la calle Julián Sánchez el Charro para regresar nuevamente a la plaza de toros, donde tiene lugar, a modo de falla, el toro, un símbolo que marca el fin del Carnaval del Toro, y cuya fogata aprovechan los asistentes para quemar las gargantillas de San Blas.

A ritmo de gaita y tamboril y con un ambiente tan festivo como el del primer día, los impulsores y participantes en este pasacalles comparten convites entre los transeúntes y las peñas, y efectúan varias paradas a lo largo del recorrido. Durante estos “respiros”, que sirven para que el toro descanse sobre el suelo, los integrantes del pasacalles aprovechen para festejar y saborear los últimos instantes de euforia taurina y carnavalera.

José Luis Martín es cada año el responsable de crear este peculiar toro con los días contados, y es, además, miembro de la asociación “Carnavaldeltoro.es”, participante en el evento. Una vez más, fabricó el toro con cartón y cola y lo rellenó de paja para facilitar su combustión en el centro del albero de la Plaza Mayor. No es esta la única figura taurina por la que se le conoce, y es que es taxidermista de profesión, y el encargado de naturalizar la cabeza del Toro del Antruejo.