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Santibáñez de Béjar
Domingo, 25 de febrero 2024, 19:41
Carlos Nieto Diez nacía el 30 de enero de 1924 en San Esteban de la Sierra, aunque llegó de muy pequeño a Santibáñez de Béjar como el hermano mayor de una familia de cuatro hermanos. Cuenta ya con cien años y un mes, pero no ha sido hasta este último fin de semana cuando ha celebrado el cumpleaños para poder estar junto a toda su familia.
Además de la fiesta familiar, el Ayuntamiento de la localidad aprovechaba para rendirle su homenaje con la entrega de una placa conmemorativa por parte del alcalde, Roberto Muñoz, e integrantes del equipo de Gobierno, que se desplazaron hasta la casa de Carlos para entregárselo. Y es que Carlos vive junto a su mujer Hortensia Coronado de la Fuente en su casa. Su hijo Tomás vive en la zona de Vigo y baja todos los meses para atender a sus padres, que tienen asistencia domiciliaria.
Carlos se ha dedicado toda la vida al trato ganadero y se recorría las ferias de la zona desde El Barco de Ávila y Piedrahita a Béjar a caballo ya que nunca tuvo carnet de conducir. Su hermana Lola, cuatro años menor que él, recuerda que el oficio viene de familia ya que su padre también se dedicaba al ganado y llegó a proporcionar animales incluso para los toros del pueblo. En una ocasión rememora, vinieron unos buenos toreros al pueblo pero los animales que estaban preparados no eran buenos y recurrieron a la familia para que les aportaran unos novillos que finalmente se lidiaron pero eran mucho mejores y no se sacrificaron. También aportó animales para algún festejo en la zona de Ciudad Rodrigo por lo que no era extraño que Carlos se dedicara también a ello.
El matrimonio formado por Carlos y Hortensia sólo ha tenido un hijo, que les ha dado una nieta, Leonor. Pese a la distancia, está pendiente de ellos en todo momento y es que poder vivir en la casa familiar es toda una ventaja para el matrimonio. Carlos está bien de salud y sólo le flaquea un poco el oído. Fumó hasta pasados los ochenta años y tiene buen apetito: «lo que más me gusta es el arroz y los dulces de cualquier manera», relata el homenajeado. No lo puede negar y prueba de ello es cuando cada mes de octubre se celebra la fiesta de la Virgen de Valparaíso, Carlos y su mujer salen de casa al paso de la sangría para coger un dulce y un vasito de sangría. Y es que hasta el estómago le ha mejorado con los años ya que tenía muchos problemas de úlcera, recuerda su hijo, pero con un cambio de medicación se le solucionó el problema. Físicamente está bien y sólo sufrió una operación hace años cuando un caballo le rompió una pierna. Gajes del oficio que no lo han impedido llegar a los cien años y celebrarlo con su familia y con el Ayuntamiento de la localidad.
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