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Endrinal
Domingo, 29 de diciembre 2024, 18:06
«Me he tirado 53 años en la hostelería; empecé con 14 años en Madrid. He estado en Palma de Mallorca y luego ya me fui acercando para la tierra hasta llegar a mis raíces, al pueblo», explica Manuel Almaraz, más conocido como 'El Capi' desde su establecimiento de Endrinal, que cerrará este martes por jubilación.
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Son 53 años que han dado para mucho ya que, además de Madrid y Mallorca, también estuvo en Piedrahita -donde conoció a su mujer, María Jesús-, en Calvarrasa o Salamanca capital, donde pasó por El Teatro, El Arandino, El Pucela... También estuvo en el Manila en Guijuelo y, desde allí, en primavera de 2004, en Endrinal, su pueblo, con el bar-restaurante 'El Capi', que ahora cierra al menos con la gestión familiar.
A mayores de la gestión de estos negocios y del catering de servicio a domicilio para personas mayores de la Junta y del Ayuntamiento de Cespedosa de Tormes, Capi es conocido también por las paellas gigantes de los pueblos. «hicimos miles de paellas populares, al principio, con aperos prestados y luego propios cuando el negocio prosperó», recuerda su hijo Manuel.
La familia Almaraz Hernández se despedirá este martes, día 31 de diciembre, de sus clientes con una invitación para los habituales. Será el momento de la despedida del negocio, que, como señala el propio «Capi», será «tranquila»: «Al principio se echará de menos porque después de 53 años día tras día es mucho tiempo, pero no faltará entretenimiento, en los pueblos siempre hay que hacer algo».
Más clara tiene la jubilación María Jesús Hernández, su mujer, con la que ha trabajado codo con codo durante 42 años. «Estaba estudiando y cuando me casé empecé a trabajar, llevo 42 años», explica. Ella sí cuenta las horas para terminar después de décadas de duro trabajo y poco descanso: «Yo estoy con muchas ganas de terminar, no me da pena terminar. No he tenido tiempo para nada en todos estos años y no puede ser. Ahora ya, a disfrutar un poco, a dedicarte a la casa, a pasear, a manualidades, a las cosas que me gustan. Y voy a tener tiempo para estar con mi madre sin prisas, para pasar allí un par de días en Salamanca y no corre que te corre. Será muy distinto todo». «Hasta ahora era el bar y la casa y se acabó. El día que descansabas tenías las comidas del catering, había que hacerlas y repartirlas, veníamos las dos y media o tres menos cuarto, comías, y el día que había que ir a comprar, acababas a las siete de la tarde de colocar todo. Ese era mi día de descanso. De vacaciones, solo tres días porque con el catering repartías el primer día y dejabas hecho para dos días, no podías faltar más. Es muy esclavo», concluye.
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Ya no han dado cenas navideñas en el restaurante y solo han mantenido el servicio a los clientes habituales del catering, del comedor y de pedidos. El martes será un día emotivo ya que se la familia se despedirá de todos sus clientes y de una vida dedicada a la hostelería.
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