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Tras unos meses sin bar, Cantaracillo terminó el año con la recuperación del único que funciona y gracias a que el Ayuntamiento lo alquila en unas condiciones muy ventajosas. En diciembre se llevaron a cabo los procedimientos legales establecidos y tan sólo una persona se interesó por su gestión. Ofreció 50 euros al mes. Esta es la renta que Juan Carlos Pérez Delgado paga por el negocio que le ha motivado a cambiar la capital de España por el pueblo de sus raíces.
El bar de Cantaracillo mide unos 120 metros cuadrados, tiene barra, una cocina pequeña y un almacén, además cuenta con una dependencia para los jubilados, describe el alcalde, Juan Carlos Martín González. “Lo más importante de este establecimiento es su función social”, afirma.
El tener un bar en el pueblo significa “que haya gente en la calle, que los vecinos hablemos unos con otros, si no tenemos bar nos decimos hola y si nos juntamos en el bar, echamos un parlao”, considera el regidor.
Hace años, Cantaracillo contaba con más bares. Los vecinos podían elegir y alternar entre establecimientos. Ahora este es el único que permanece abierto. En verano estuvo abierto y los anteriores inquilinos echaron el cierre en agosto. Desde entonces sus puertas permanecieron cerradas porque desde el Ayuntamiento estaban esperando poder ofrecer su gestión con las garantías de que el nuevo inquilino fuera de confianza.
La persona que lo gestiona además de afrontar el pago de la renta acordada debe hacerse cargo de “todos los gastos derivados de la gestión del bar como es el agua y la luz”, detalla el regidor. “El cáncer que tiene este bar es la luz”, considera el alcalde. No obstante ese problema cuenta con una reciente solución que aún no han tenido tiempo de valorar. El Ayuntamiento instaló recientemente paneles solares, aunque todavía es pronto para valorar su efectividad.
El nuevo regente de este establecimiento hostelero se encuentra muy satisfecho, aunque sabe que estas primeras semanas invernales del año serán más flojas, no obstante reconoce que se conforma con ir sacando para vivir.
Los vecinos agradecen la apertura del establecimiento. Tienen un lugar donde ir a jugar la partida.
El bar se convierte en un espacio de encuentro muy valorado sobre todo en estos días de frío. “Si tenemos bar salimos y nos juntamos para echar la partida o para tomar un café y ya te animas”, declara un usuario.
Además es un espacio de encuentro necesario en ocasiones especiales, y un lugar muy concurrido en momentos como las fiestas. Una de las próximas citas programadas es un encuentro de hombres el día de las Águedas, que se reunirán para comer, mientras ellas celebran su fiesta.
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