Félix Muñoz sobre su Yamaha XT6605 de 2005 junto al cartel del Círculo Polar Ártico.

La aventura de un mirobrigense que recorre América en moto del Ártico a Tierra de Fuego

Félix Muñoz lleva diez meses recorriendo el continente americano en moto. «La vida es demasiado bonita para dejarla escapar y no disfrutarla», asegura

Miércoles, 6 de marzo 2024, 06:45

«La vida es demasiado bonita para dejarla escapar y no disfrutarla al máximo». Así explica Félix Muñoz el inicio de una aventura que comenzó hace diez meses y que le ha llevado a cruzar en moto Canadá, recorrer Alaska hasta llegar al océano Ártico y desde allí iniciar un viaje hacia el sur que acabará en Tierra del Fuego, Argentina. «Cada uno tiene su vía de escape y la mía es esta», reconoce este joven mirobrigense, que un buen día pidió una excedencia en su trabajo para romper con la rutina.

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Aunque el viaje arrancó hace diez meses, los preparativos comenzaron mucho antes, concretamente en 2022, cuando Félix compra una Yamaha de segunda mano para desmontarla hasta el último tornillo y prepararla a su gusto. «En ella llevo todo lo necesario para poder viajar por cualquier lugar: ropa, los equipos de acampada, de cocina y electrónico, repuestos, herramientas, botiquín, gasolina extra, comida y agua para varios días…», aunque ahora, con muchos kilómetros a sus espaldas, reconoce que podría vivir con la mitad de cosas.

El joven de Ciudad Rodrigo lleva diez meses recorriendo el continente americano en una gran aventura sobre dos ruedas.

A día de hoy ha atravesado Portugal (cruzó el charco desde Lisboa), Canadá, Estados Unidos, México, Belize, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. «La ruta es totalmente improvisada y la voy diseñando sobre la marcha, bien porque voy investigando, por azar, o por recomendaciones de locales y otros viajeros». Tampoco presta atención al tiempo. «Por ahora van cerca de 10 meses de viaje... y aún me queda medio continente».

Un viaje así le está llevando a vivir momentos de todo tipo, algunos más agradables que otros. «De pasar algo de miedo no se escapa nadie. Recuerdo estar acampado en lugares remotos en Alaska y escuchar osos merodeando por el campamento o, en otra ocasión, una manada de lobos se puso a aullar cerca de donde estaba durmiendo... y eso te hiela la sangre».

Aún así, reconoce, hasta ahora no han sido muchos los sustos. «Por suerte, y toco madera, por ahora no he tenido demasiados momentos tensos, más allá de alguna pequeña avería mecánica, encontrarte en lugares donde sabes que no deberías estar o en condiciones climatológicas muy adversas».

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Desde Guatemala, donde acaba de ver por primera vez un volcán en erupción, Félix cuenta que este viaje está siendo una verdadera lección de vida. «Me está gustando todo: los paisajes, las gentes, culturas, experiencias... pero si tuviera que quedarme con algo quizá sería con el aprendizaje que se adquiere en una aventura de este tipo, te cambia la vida».

De hecho, el joven mirobrigense está retransmitiendo casi en directo su viaje a través de su cuenta de instagram, donde se le conoce como felixoverlander. «Dormir generalmente lo hago en tienda de campaña en lugares apartados donde me den confianza y me pueda ocultar, y si además son bonitos mucho mejor». Aunque si el clima y la ausencia de mosquitos lo permiten, «simplemente duermo al raso junto a la moto».

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Cuenta que también está sintiendo el cariño de la gente que va conociendo, una de las cosas que más le está emocionando. «Sin duda la hospitalidad ha sido lo más sorprendente, especialmente por parte de la comunidad del motociclismo».

Esta gran aventura por América no es la primera para el joven mirobrigense, que en 2018 ya vivió otra experiencia de las que marcan. «Salí en un vuelo de ida a Canadá con una mochila y casi sin dinero. Pasé unos meses trabajando de lo que iba encontrando: recogiendo fruta, en la construcción, cavando zanjas, pastor de cabras... hasta que pude comprar una furgoneta Chevrolet Astro del 2001, camperizarla y así vivir en ella y recorrer América del Norte. En 2019 murió y tuve que abandonarla en algún lugar de Oklahoma. Sin duda fue una aventura, pero nada que ver con viajar en moto, que es mucho más extremo, divertido, emocionante... y también más duro».

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