Ángeles, 'La Fernandica' de Ledesma, cumple 100 años: «Cocinaré hasta que Dios quiera»

Ilusionada, con muchas ganas de seguir disfrutando de la vida entre fogones y sin querer descansar, así vive su día a día la nueva centenaria de la provincia Ángeles Velasco Vaquero, más conocida como 'La Fernandica' al regentar una de las tabernas familiares más afamadas de Ledesma por su hospitalidad y gastronomía. «El secreto para alcanzar el siglo de vida radica en trabajar mucho, comer de todo y vivir en paz con las personas», desvela Ángeles, tras alcanzar los 100 años de edad, una cifra privilegiada.

La nueva centenaria nació en 1925 en la misma casa donde reside hasta el día de hoy, un lugar que ha sido testigo de su historia. A lo largo de todos estos años, ha formado una gran familia que incluye a su hijo Ramón y su nuera Fabi, además de, sus adoradas nietas Elena y Pilar, así como sus bisnietos Ana y Alonso. Sin olvidar, a su inseparable hermana pequeña Tere, con 82 años, quien convive con ella. «Aunque me quedé viuda hace ya 50 años, la familia ha sido un pilar fundamental en mi vida y la alegría de mis días», reconoce Ángeles con la voz entrecortada, al preguntarla por su familia.

«Si me ve, no cree que tengo 100 años», apunta antes de comenzar a contar su historia de vida, además de señalar que «no hay nadie que tenga la memoria que yo a esta edad», considera. Desde pequeña, Ángeles ha trabajado arduamente, «aunque tuve la oportunidad de ir al colegio, una enfermedad ocular, llamada tracoma, me obligó a dejar los estudios a los 14 años y, desde entonces, me puse a ayudar a mi madre en la taberna», dice. Un trabajo que siempre le ha encantado y disfruta haciendo en su vida diaria.

«Aunque ya haya alcanzado los 100 años, seguiré cocinando hasta que Dios y mi familia me lo permita», afirma. «Pese a mi edad, sigo arreglando los cabritos, cocino el tostón, rabo de toro, patatas meneás o sopas de ajo aunque no lo creas», expone, haciendo mención a su hermana Tere que le ayuda en todas las tareas. «Gracias a mi trabajo he conocido a mucha gente de Madrid, Canarias, médicos de Salamanca, que cuando voy al clínico me conocen; o gente afamada como toreros como Domingo López Chaves, El Capea o El Viti», enumera orgullosa.

Ahora, además de la cocina, «mi único vicio que tengo es jugar a la lotería», señala. Asimismo, recuerda que ha sido una de las afortunadas que le ha tocado 'El Gordo', aunque dice que con el premio, «lo único que hice fue guardarlo».

A pesar de los cambios en el mundo, Ángeles se siente satisfecha con lo que ha vivido, aunque advierte que los jóvenes de hoy se enfrentan desafíos distintos. «Yo ya tengo todo resulto, me levanto a las ocho de la mañana y lo primero que hago es leer las letras grandes de LA GACETA para enterarme de las noticias de la provincia y ver si hay alguna esquela», comenta. La memoria de Ángeles, como dice ella, «es un tesoro». Recuerda con claridad el inicio y final de la Guerra Civil, una experiencia que vivió con la inocencia de la juventud. «No tenía miedo porque era joven», afirma. «Toda la gente mayor decía, vienen los militares a tomar Ledesma», reconoce.

Su amor por Ledesma es palpable; nunca ha sentido la necesidad de irse lejos de su hogar. «Soy muy ledesmina y no necesitaba irme a otro lado, aquí lo tenía todo», remarca. Aunque, «he montado en tren o en barco cuando viajaba a Santander o Bilbao, pero en avión no porque no me gusta». «He conocido a todos los alcaldes, me encantan las iglesias y he participado en todas las fiestas desde los Corpus, carnavales o la subasta de San Antón. En Ledesma la gente es muy fiestera», expresa.

Por todo ello, Ángeles es un símbolo de resiliencia, amor y trabajo duro. Su historia recuerda la importancia de las raíces, la familia y el trabajo en la construcción de una vida plena. Sin prisa, pero con mucha sabiduría, Ángeles continúa siendo un faro de luz en su pueblo natal, una historia viva que inspira a todos los que la conocen.

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