Las águedas de Santa Marta: "Antes éramos mucho más gamberras"

Vestidas con sus trajes charros, las mujeres de Santa Marta de Tormes han cumplido este miércoles un año más con la tradición y celebraron la fiesta en honor a Santa Águeda, en la que no han faltado las citas religiosas, el reparto de dulces, la comida de hermandad o la suelta de quince palomas. Unas citas que comenzaron la noche del martes con la quema de Quinciano y que, además, han puesto el broche final a las actividades organizadas por el Consistorio con motivo de las fiestas chicas de la localidad en honor a San Blas.

Una celebración que, durante años, ha sido un evento emblemático para unir a las mujeres del municipio en una fiesta llena de alegría. Sin embargo, las voces de estas féminas reflejan un profundo sentido de nostalgia por los tiempos pasados, donde la tradición se vivía de manera diferente. “Hace veinte años, durante el día de Santa Águeda mandaba la mujer y no había nadie que se pusiera por delante. Era un tiempo en el que el empoderamiento femenino se vivía intensamente”, ha asegurado Amparo Fuentes, quien ha formado parte de esta celebración durante más de sesenta años.

Ahora, “hemos adaptado nuestras costumbres a los nuevos tiempos, aunque las celebraciones religiosas siguen siendo las mismas”, ha recordado, lamentando que ya no se interrumpe el tráfico de la travesía como se solía hacer para recaudar fondos a favor de la celebración.

“Antes nos lo pasábamos mejor, ahora todo se critica”, ha apuntado Natividad González, también con sesenta años viviendo en la localidad. Asimismo, ha añorado que con el paso del tiempo la agrupación de mujeres que participa es menor. “Había años que nos reuníamos más de cien mujeres y ahora medio centenar”, ha añadido.

Por su parte, Pensi de la Nava, vecina que participa en la fiesta desde hace al menos cuarenta años, ha asegurado que: “Antes éramos más gamberras, ahora no nos dejan hacer lo que queremos”. Entre sus anécdotas vividas ha recordado como tenía que ir la Guardia Civil para evitar que cortaran el tráfico. “Venían desde Salamanca a decirnos que abriéramos el tráfico y aprovechábamos para quitarlos la chaqueta y montarnos en las motos, entonces estaba permitido”, ha puntualizado. “A cada conductor que parábamos le sacábamos como mínimo 100 pesetas y con el dinero que nos daban paganos la cena y la comida, ahora no nos arriesgamos”, ha añadido la aguedera mayor de este año, Antonia Carrasco.

“Mientras nosotras sigamos, la tradición seguirá viva aunque necesitamos el apoyo de las nuevas generaciones”, ha comentado Brígida Manzano, que además abogó por la inclusión de todas sin importar el estado civil, ya que es una tradición dirigida a las mujeres casadas.

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