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La artista afronta la celebración de sus 25 años de trayectoria con un bonito proyecto musical.
«Mi abuelo salía descalzo desde Martinamor a cantar por las tabernas con 8 años»

«Mi abuelo salía descalzo desde Martinamor a cantar por las tabernas con 8 años»

Tamara, la nieta del cantaor Rafael Farina, recuerda con cariño al cantaor que hubiera cumplido este mes de julio los 100 años

Miércoles, 12 de julio 2023, 20:28

Por sus venas corre sangre gitana. Lleva dentro la raza de su abuelo Rafael Farina, de quien no habla si no es para mencionar también a su abuela, Fernanda Romero, bailaora con la que el de Martinamor vivió un intenso romance. Córdoba y Salamanca están en el corazón de la cantante Tamara, y aunque ella nació en Sevilla y vive actualmente en Barcelona, suele recurrir a sus raíces para hablar con mucho cariño y respeto de quienes le han concedido el privilegio de ser hoy también una gran artista que está a punto de alcanzar las bodas de plata encima de los escenarios.

Tamara, imagino que es un privilegio ser nieta de Rafael Farina...

-Sin duda, ha sido un gran artista, creo que inimitable y pasarán muchísimos años hasta que vuelva a nacer otro como él. Es una de las voces más grandes e importantes de nuestro país y siempre ha tenido más mérito porque fue autodidacta.

Para su abuela, Fernanda Romero, también tiene bonitas palabras, ¿no es así?

-Claro que sí, no puedo entender a uno sin hablar del otro. Tuvieron un amor muy grande y, como artistas, eran dos genios, cada uno en lo suyo. Los tengo muy presentes y para mí son referentes, aparte de como artistas, como personas, los tengo idolatrados.

Hábleme de la historia de amor entre Rafael y Fernanda...

-Ellos se conocieron en la gira de conciertos de otra grande de la copla, Concha Piqué. Ella era la artista principal, pero por aquella época invitaban a otros artistas (bailaores, cantaores), en este caso coincidieron mis abuelos. Mi abuela tenía solo 13 años y mi abuelo le sacaba 11, pero ahí ya se enamoraron locamente.

¿Qué pasó después?

-El tiempo pasó y ellos vivieron este amor que era igual de intenso que complejo. Cuando mi abuela ya tenía 31 años nació el fruto de ese romance, que fue mi madre. Ella es hija única por ambas partes pero pudieron haber tenido más de no ser porque mi abuela vio truncados varios embarazos.

Veo que hay muchos recuerdos y muchas historias que contar...

-Su historia de amor es digna de un libro o una docuserie, simplemente maravillosa. Me encantaría contar de dónde vengo. Para eso tendría que tener muchos más años y contar con mi madre, pero hablar de mis raíces me gustaría mucho.

¿Cuál fue el trato que tuvo con su abuelo?

-El vínculo fue muy estrecho, lo que pasa es que falleció cuando yo tenía tan solo 11 años, me faltaron muchas cosas por vivir con él, pero lo siento conmigo.

¿Pudo compartir con él sus inquietudes como artista?

-No, precisamente es una de las penas que tengo... él se murió sin saber que yo cantaba. Yo grabé el programa de Lluvia de Estrellas en noviembre, poco antes de su fallecimiento; pero no se emitió hasta el 6 de enero del siguiente año. Pero yo sé que allá donde esté, está feliz por mi éxito.

Y en el ámbito personal, ¿tiene alguna anécdota con él?

-Sí, ¡muchas! De algunas no me acuerdo y me las cuenta mi madre. Por ejemplo, él era muy presumido, no le gustaba nada que le tocasen el pelo y por aquella época se hacía la manicura y la pedicura, ¡fíjate si era presumido! (dice entre risas). Pues un día que vino a visitarnos, me cogió en brazos (yo tendría un año) ¡Y me puse a peinarle con un peine de la Barbie! (ríe). Mi madre me regañó y él dijo: «Deja a la niña que está entretenida; si quiere peinarme que lo haga».

¿Era muy serio?

-Muchísimo. Él no hablaba, sentenciaba. Era un gitano de los de antes, una persona muy cabal que hablaba poco y cuando lo hacía, iba a misa, que se suele decir.

¿Le hablaba de Martinamor?

-Sé que ellos tuvieron una vida muy difícil. Él nació en un pesebre en Martinamor y luego vivieron en una chabola muy austera. Contaba que de pequeñito se ponía una chaqueta de uno de sus hermanos mayores, cruzaba un arroyo sin zapatos y se iba a veces hasta Salamanca a cantar por las tabernas. La gente alucinaba con él cantando fandangos con ocho o nueve años y le daban dinero. Él volvía a casa corriendo con ese dinero para dárselo a su madre, todo era poco para ellos, pues eran muchos hermanos que criar.

Poco después, llegó su época de esplendor y, como me dice, fue autodidacta siempre...

-Sí, incluso a leer y escribir aprendió a través de los tebeos, que le gustaban mucho. Luego él comenzó a componer... Hizo letras realmente brillantes y preciosas; a mi abuela le dedicó canciones como 'Vino amargo' o 'Aurora'. Los artistas de la época sabían de su romance y que esas letras las escribió por ella.

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