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El 14 de abril del año 1875 se autorizó la apertura del trazado ferroviario entre Medina del Campo y Cantalapiedra. En abril se cumplirán 150 años de la llegada del tren a la provincia de Salamanca. Fue la estación de Cantalapiedra la primera en ponerse en funcionamiento y su inauguración oficial tuvo lugar el 19 de abril de 1875.
La gestión de la infraestructura ferroviaria era asumida por la llamada Compañía del Ferrocarril de Medina del Campo a Salamanca que fue constituida en 1871. El Gobierno otorgó 60.000 pesetas por kilómetro. El Ayuntamiento de Salamanca aportó un millón de reales y el de Cantalapiedra otro medio millón. También se contó con un importante apoyo económico por parte de la Diputación de Salamanca.
El 3 de agosto de 1877 se abriría al servicio público la sección desde Cantalapiedra a El Pedroso y el 26 de agosto de 1877 el tramo entre El Pedroso y Salamanca. El coste total de la línea ascendió a 8.127.699,46 pesetas.
El ferrocarril facilitó el transporte de mercancías, ganado, personas y del correo. La llegada del tren marcaría un antes y un después y acompañaría en el desarrollo tanto industrial como económico y social de la villa de Cantalapiedra. Se facilitó la creación de puestos de trabajos vinculados al ferrocarril y su mantenimiento. Las cuadrillas de trabajadores eran numerosas y los talleres principales se encontraban en la estación de Cantalapiedra.
Los primeros trenes que circulaban estaban propulsados por máquinas de carbón, en la actualidad continúan circulando los Tren Regional Diesel que son los que realizan parada en las estaciones y apeaderos con parada de tren entre Salamanca y Valladolid. Uno diario llega hasta Palencia. Los Alvia sin parada son eléctricos.
«El último tren de carbón se apagó en 1975 en Sevilla», indica Valentín Marcos Cáceres, profesional del ferrocarril ya retirado que comenzó como alumno del colegio de Villagarcía de Arosa a los 25 años de edad y que conoció la implantación de sistemas electrónicos e informáticos en la infraestructuras ferroviarias. «Ahora la línea se gestiona desde León», anota en referencia a la gestión de los cambios de vía y otros sistemas de seguridad y circulación de los trenes.
«Antes se hacía todo a mano», recuerda Alejandro Alconada Escudero, que es nieto, hijo y padre de personas que han dedicado y dedican su vida profesional al tren. Sus abuelos tenían que levantar las barreras manualmente y entonces se montaban y arreglaban las vías a mano, ahora la gestión es totalmente electrónica.
Las nuevas tecnologías vinculadas al ferrocarril han fulminado cientos de empleos como el de los guardeses. En el recuerdo quedan las antiguas casillas situadas junto a los pasos con barreras o con cadenas. Valentín Marcos Cáceres y Alejandro Alconada Escudero comparten el haber trabajado dando servicio a los ferrocarriles, los padres de ambos también se dedicaron a este mundo. Sus abuelas fueron pioneras al encargarse, cada una de ellas de un paso a nivel. Victoriana Fernández , abuela de Valentín Marcos fue guardesa del paso a nivel y María Cáceres, abuela de Alejandro Alconada también gestionaba un paso a nivel. También los esposos de ambas, Policarpo Marcos y Teodosio o Alejandro Escudero trabajaron en las casillas y en las obras de las vías del tren.
La electrificación de la línea de Medina del Campo a Salamanca en 2015 también trajo consigo mejoras en el trazado, entre las que se encontraba una variante que permite mantener la velocidad a los trenes pasantes, tanto los mercancías como los de pasajeros que no realizan parada en la estación de Cantalapiedra. Felipe Montero Zazo, amigo del ferrocarril y cazador de trenes ha inmortalizado el paso de dos mercancías a su paso por Cantalapiedra en diferentes momentos del año. Trenes bioetanol, papeleros, el varillero o chatarrero, el siderúrgico, el cementero o el Ibera Link son algunos de los que se pueden ver pasar por Cantalapiedra. También pasan de largo a diario los Alvia que conectan Salamanca con Madrid con parada en Medina del Campo y Segovia.
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