
La situación en el hospital de Salamanca el verano de 1981 era dramática. Varios pacientes de la comarca de Peñaranda y uno de Zamora se debatían entre la vida y la muerte aquejados de una extraña neumonía que había hecho saltar las alarmas en Madrid, Galicia, Castilla La Mancha, Cantabria y Castilla y León.
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Todos tenían un cuadro poco común y se desconocía la causa de su enfermedad. Después se descubrió que habían ingerido aceite de colza adulterado y vendido a granel, fundamentalmente en mercadillos o por venta ambulante.
Candela Fernández, una vecina de 58 años de Arapiles, fue la primera víctima mortal salmantina por el denominado síndrome tóxico. En Salamanca se registraron más de 160 episodios. A día de hoy se han reconocido de forma oficial nueve muertes, aunque al menos 38 de los que padecieron la enfermedad ya han fallecido.
Esta es la historia de personas humildes que han tenido que convivir con fuertes dolores, vómitos, temblores y, sobre todo, con el abandono de la Administración.
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