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COMO pensó que nadie iba a enterarse, como había sucedido otras muchas veces en decenas de asuntos que delataban su predisposición a pasar por delante ... o por encima de los demás, hizo unas cuantas llamadas y en menos de lo que canta un gallo, ya tenía a la persona adecuada al otro lado del teléfono. Menudo era él. A ver quién podría negarle un favor. Que se lo pregunten a su secretaria.

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