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En septiembre no habrá conciertos en la Plaza Mayor. Lo ha dicho la concejala María Victoria Bermejo, dejando claro que estas ferias que vienen ... tampoco serán normales, si bien, a estas alturas pandémicas, uno ya no sabe qué es o deja de ser normal. Por ejemplo, a mí me parece normal el despliegue de terrazas y a otros no. El alcalde, Carlos García Carbayo, ha dicho sobre el futuro de las terrazas que vamos a ver. En la calle de Espoz y Mina, que las terrazas han puesto en el top, un hostelero me aseguraba que el 1 de enero puede ser clave para el futuro de estas, así que barruntan los de Álvaro Juanes que habrá cambios, aunque quizá no en todas las calles o plazas por igual. Antes queda pasar el fielato de las Ferias con sus casetas, si finalmente se establecen, que dicen que sí, aunque terrazas y casetas puedan colisionar. De momento, me resulta imposible ver esta calle, la del “Coliseum”, y no recordar el “Chez Víctor”, de Víctor Salvador; el “Rojo y Negro”, de Tito Reyes, “Le Sablón”, de Manuel y Micheline, pero también el “Aloa” y el “Pasaje”, que en otro tiempo tuvieron su domicilio ahí. La calle se ha ensanchado en lo hostelero, conecta la Plaza de la Libertad con Prior y Bordadores, y reúne a gentes de casa y de fuera los fines de semana, principalmente a la intemperie, que es la moda. El mismo día del anuncio, en una terraza, ante un steak tartar, me enteraba de que la “Agropecuaria” será todo lo normal que se pueda, salvo por el aforo.
Tampoco será normal esta fiesta de San Juan de Sahagún, aunque menos virtual que ediciones pasadas. El patrón de Salamanca, según las crónicas, pacificaba y hacía milagros, o sea, un tipo de persona a la que hoy echamos de menos. Muy necesaria en nuestros días. Pacificó los Bandos, como relata el bronce de su iglesia patronal, obra de Aniceto Marinas, e hizo milagros que admiraban a todo dios, como relató en su biografía el obispo Tomás Cámara, al que Marinas hizo estatua. Aquella conciliación de los bandos tuvo lugar en la Casa de la Concordia en la calle de San Pablo, que hoy es residencia universitaria. Allí, según la tradición, se firmó el documento de paz. Cámara impulsó el templo patronal, que encargó al modernista Joaquín de Vargas, que diseñó una iglesia ecléctica y llena de neos, como salida, seguramente, a una propuesta modernista que el obispo vio demasiado atrevida. Podríamos haber tenido una iglesia patronal como la Sagrada Familia o así.
Estas Ferias, decía, no habrá conciertos en la Plaza Mayor, salvo que Bermejo haya hecho un “Darias” y tenga que enmendarse como la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a quien los devotos del ocio nocturno también le cantan aquello de reina de la noche, como a Casado e Igea. Parece que, por el contrario, habrá casetas y toros, pero espero que el sacrificio musical de estas Ferias se convierta el año siguiente, 2022, en un fiestón, aunque sea solamente por recordar aquel 16 de septiembre de 1982 cuando el recordado concierto de Miguel Ríos cambió el modelo de fiestas. Josemi Valle, cronista musical, tiene un espléndido trabajo sobre aquel concierto, que entre bambalinas no dejó en buen lugar a su protagonista: maleducado, borde, tardón... Pero aquello se recuerda como si no se hubiesen celebrado otros conciertos en la Plaza Mayor, con intérpretes que salieron a hombros, como nuestra novillera Raquel Martín, en Arlés. Como ha dicho el alcalde, vamos a ver.
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