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Las mujeres de mi generación llegamos tarde para aprovecharnos de todos esos “derechos” feministas que están saliendo adelante con el inestimable trabajo de la ministra ... de “Da Igual”, Irene Montero.
Llegamos tarde a las bajas por reglas dolorosas, esas que quiere aprobar al amparo de la reforma de la ley del aborto. Y llegamos tarde a los permisos de paternidad que han igualado al de las mujeres, dieciséis semanas. En mi época los padres solo tenían tres días.
También llegué tarde a los permisos por lactancia. En definitiva, todavía me hago cruces de cómo han salido mis hijos adelante sin todos estos derechos feministas de los que no pude beneficiarme porque había gobiernos retrógrados o cómo nos criaron nuestras madres sin ningún tipo de permiso de nada.
Eso sí, agradezco que no estuviera esta ministra cuando mi hija era menor de edad, porque como madre no concibo que una decisión tan importante y que puede tener consecuencias para su salud, como es la de tener que decidir si continúa o interrumpe un embarazo, la tomara sin el apoyo, el respaldo y el cariño de su familia. Y, además, sin conocer recursos tan importantes, como los que ofrecen centros como el de Ave María en Santa Marta de Tormes, que tienden una mano amiga a mujeres con hijos, jóvenes gestantes y en riesgo de exclusión social y que, seguramente, en muchas ocasiones pasara por sus mentes en algún momento el aborto como solución a sus problemas.
En Salamanca disponemos de recursos cuando una adolescente se queda embarazada y atraviesa por dificultades y no es gracias al apoyo económico del Ministerio de Igualdad, pero no hay ningún médico en el Hospital que hoy por hoy esté dispuesto a cumplir la reforma de ley del aborto. ¿No sería más fácil que usted destinara recursos públicos a apoyar a las mujeres que puedan estar en ese difícil trance de tener que interrumpir un embarazo imprevisto que a practicar el aborto?
Pues creo no, porque gracias a la sapiencia infinita sobre feminismo de doña Irene, las adolescentes que se queden embarazadas prácticamente están abocadas al aborto porque para ella la información es una herejía. Las deja sin alternativa posible cuando el embarazo a una edad temprana se presenta como un problema inabarcable porque en el anteproyecto de ley del aborto (anteproyecto de Ley Orgánica sobre Salud Sexual y Reproductiva que modifica la actual norma de Interrupción Voluntaria del Embarazo) que aprobó ayer el Consejo de Ministros se ha eliminado los tres días de reflexión para decidir y además, no tienen que ser informadas de otras alternativas o salidas distintas para resolver algo que perciben como un grave problema.
Eso sí, doña Irene no se puede arrogar el haber sido la promotora de los anticonceptivos masculinos, como si fuera un hecho épico en su carrera ministerial, porque ese título ya lo tiene ganado a pulso la exministra Matilde Fernández con la campaña “Póntelo, Pónselo”, que en 1990 traspasó fronteras y que, independientemente de la polémica que generó en determinados sectores, popularizó el preservativo masculino, aunque fuera para prevenir el Sida y otro tipo de enfermedades de transmisión sexual.
Doña Irene, usted no ha inventado nada ni ha venido a la política a conquistar ningún derecho. Usted es la política más retrógrada que ha pasado por el Gobierno de España, porque todos sabemos que no hubiera sido ministra de no haber sido la compañera sentimental del macho alfa de Podemos, el exvicepresidente Pablo Iglesias.
Por méritos, como ha demostrado con el bodrio de anteproyecto de ley que presentó ayer al Consejo de Ministros, desde luego que no ha sido.
Doy gracias porque a usted le queda un telediario y es posible que ni siquiera sea capaz de tramitar la ley antes de irse a su casa.
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