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Y sin habernos dado cuenta ya es Navidad. Así, con todas las letras. Ya tenemos las casas llenas de árboles tuneados, de figuritas de mulas, ... bueyes, carpinteros y niños capaces de dormir en pesebres de paja, de mil y un dulces que se esconden las demás épocas del año para ahora irrumpir con fuerza, de bolas de colores, luces que tintinean y demás parafernalia de la época. Con nuestras casas con ese toque navideño clásico y elegante, y nuestros portales con algún vecino, que de verdad se ha creído que es un elfo, y ha tirado del espumillón como si le fuera la vida en ello.

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