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UN año más vuelve a Salamanca la “Nochevieja universitaria” -o como quiera que se llame-, esa oda al alcohol que alguien hace ya muchos años ... se sacó de la chistera para hacer caja de manera rápida, y que los horteras con cargo y sin él justificaban porque salíamos en los noticieros de televisión, ¡qué orgullo! Por si no fuera poco la lacra de las despedidas, la ciudad ha seguido apostando por el turismo de borrachera, y además fomentándolo, habida cuenta de lo contentos que están todos de haber cambiado las aulas y las conferencias por la cerveza, el ron barato y los consiguientes daños “colaterales” por lo de siempre: beber sin saber mear.
Pero al margen de que me guste o me deje de gustar semejante evento, que en manos más sensibles y con presupuesto podría haber sido hasta una gran idea, que se celebre este año con el virus no sólo aún presente sino subiendo peligrosamente día tras día su incidencia de contagios, es cuando menos una temeridad, una falta de responsabilidad. Como decía ayer en estas mismas páginas el presidente del Colegio de Médicos, algo “absolutamente inoportuno”. Y no lo dice ni el doctor Santa Cruz ni lo digo yo: es algo de sentido común. Ya que tenemos la inmensa suerte de haber recuperado gran parte de nuestra vida social y económica, tentar a la suerte con este tipo de aglomeraciones multitudinarias cuerpo a cuerpo no parece muy inteligente. Dicen en el Ayuntamiento, y les ampara la razón, que no se puede hacer nada administrativamente para cancelar la “Nochevieja”, pero el referido sentido común, y sobre todo las alarmantes noticias que van surgiendo, deberían llevar a organizadores y Administración, esta como primera y escrupulosa defensora de la salud pública, a cancelar y posponer para mejor fecha el jolgorio prenavideño.
Imaginemos que de la celebración y el natural desmadre surge un brote vírico que empieza a correr como la pólvora, algo que ya ha ocurrido y que todos hemos vivido y sufrido, ¿quién se hará responsable?, ¿quién dormirá con la conciencia tranquila?, ¿de qué servirán los lamentos? Obviamente, no será culpa de nadie: cosas que pasan y gente que muere. DEP
No entiendo esta absoluta falta de previsión y de criterio político y sanitario, pero sobre todo no entiendo este miedo tan español a decir NO, a tomar decisiones, no digamos si son impopulares.
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