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Hoy le escribo desde la Aldehuela de la Bóveda. El lugar en el que disfruté muchos veranos y que ayer me hizo el inmenso regalo de ser su pregonero de las fiestas. También fui de esos niños y luego chavales que llenan de vida las ... zonas rurales, en verano o durante los fines de semana. Volver al pueblo es reencontrarse con esa parte de la vida que apenas tiene ataduras, ni entiende de horarios. Solo aquí puedes escuchar unos pasos que caminan a cien metros, el vuelo de una mosca o el relevo de los grillos cuando estridulan por las noches. También son diferentes los olores. En las ciudades se confunde el de los tubos de escape, con los de los extractores, los contenedores o los jardines. Las urbes no suelen tener muchos aromas reconocibles y en el campo, sin embargo, la mayoría son inconfundibles. La tierra mojada, la hierba recién cortada, la leña ardiendo en una lumbre o la paja amontonada generan bálsamos que recuerdan permanentemente el entorno bucólico en el que estás. Los primeros años te tiras todo el día contestando a la pregunta, ¿y tú de quién eres?, porque a casi nadie le importante tu nombre. Eso es secundario porque lo principal es saber de dónde vienes, para así deducir a dónde vas. Aquí la libertad no hay que buscarla porque es ella la que te encuentra. Basta una bicicleta o las ganas de caminar para olvidarte del reloj, del móvil, del wifi y de todas esas aparentes necesidades que en estos lugares, en cambio, son innecesarias. Afortunadamente los pueblos, quedan más lejos de la invasión de todas esas herramientas de comunicación que tanto nos han incomunicado.

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lagacetadesalamanca Vuelta al pueblo