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Era diciembre de 1843 cuando el británico Charles Dickens publicó “A Christmas Carol”, un cuento de Navidad que vino a ponerle letra al sueño de ... un tiempo nuevo. El viejo avaro Scrooge, su protagonista, comienza la historia diciendo indignado: “Si de mí dependiera, cocería en su propio pudin a todos esos idiotas que van por ahí con el Felices Navidades en la boca, y los enterraría con una estaca de acebo clavada en el corazón”. Un texto que resulta, sin duda, perturbador, si no continuáramos leyendo la historia que Dickens escribió para condenar el egoísmo humano y la ruindad, y despertarnos con las estrellas brillando por encima de nuestros sueños, en la bienamada felicidad hogareña que, por estas fechas, vuelve a levantar ascuas en nuestra memoria.

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