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He pensado que al ser este el último artículo del año, podría escribir un texto de esos que le hacen feliz a todo el mundo. ... Decir, por ejemplo, que Pedro Sánchez solo busca desesperadamente un Gobierno por el bien de España y que cuando niega sus convicciones previas y traspasa las líneas rojas que el mismo señaló, lo hace pensando en los españoles. O que la Abogacía del Estado no recibe presiones del Gobierno y que puede trabajar con absoluta libertad. O que el único motivo de querer que haya investidura justo el día de Reyes es el de favorecer la buena marcha del país. O que Esquerra Republicana o el PNV o los demás partidos del futuro Gobierno Frankenstein negocian con el presidente en funciones sin pensar solo en ellos y en sus intereses... También podría escribir que las pensiones no se congelan o descongelan con ninguna finalidad política e incluso que jamás van a dejar de existir, por mucho que la demografía cada vez descienda más y no haya productividad ni trabajo para los jóvenes. O que a los belenes hay que llamarlos “pesebres” y meterles contenido ideológico y político, porque a día de hoy son como las fallas de Valencia y no hace falta tener que relacionarlos con el nacimiento de Jesús... Vamos, puesta a escribir al gusto de todos, podría escribir hasta que hay que reivindicar que se triplique el salario mínimo interprofesional, para que la dignidad y la calidad de vida de los trabajadores aumente y todos vivamos mejor e incluso que si León quiere tener comunidad autónoma propia, pues, como si lo quiere Almería..., que habrá que escucharlos y concedérsela a todos porque qué más dan 17 autonomías que 19, teniendo esos bolsillos inagotables que tenemos.
No hay mejor discurso que el populista, que hacen suyo, en distintos momentos, todos los partidos. Pero verán, con ese discurso, nos engañan a todos. Nos hemos acostumbrado a que los políticos nos digan unas cosas y luego hagan otras -o sea que nos mientan-, como si formara parte de las reglas del juego. Pero en parte es culpa nuestra. No se trata de que compremos solo el periódico donde piensan como nosotros o de que veamos el canal de televisión en el que siempre expondrán ideas afines a las nuestras. Lo importante es mirar a la realidad a los ojos y saber lo que esconden los de los políticos, sean del signo que sean, tras sus interesadas negociaciones y comportamientos. Hay que reivindicar transparencia absoluta para no se les permita presionar cuando por su estatus pueden permitírselo y pedirles que no nos contenten con mentiras piadosas. Que nos adviertan de lo que cuestan las pensiones, las autonomías o las subidas de salarios y de que cualquier dinero que ellos manejan con tanta soltura, sale de nuestros marchitos bolsillos y un día se puede agotar. No nos favorece que no nos digan la verdad, como no lo haría que el banco de España imprimiese millones de euros para todos. Vivir en el espejismo solo lleva al desastre. Es imprescindible que veamos las cosas como son y no como quieren hacérnoslas ver. Solo así podremos trabajar para mejorarlas. Y si lo hacemos juntos, podremos lograrlo. Feliz 2020.
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