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Otro punto de vista. La terraza de San Esteban ya permite observar con fascinación la fiesta de torres, cimborrios y cúpulas que sobresale de los ... tejados del caserío del casco antiguo. Lo conocían muy bien los dominicos que ingresaban en el convento. Casi es una visión mística. Hace unos días su prior, Ricardo de Luis, me llevó por los claustros del convento contando sus historias y en el viejo huerto, entre el sanatorio conventual y los restos de la vieja muralla, nos detuvimos para ver ese festín de torres. Pocas alturas terrenales quedan ya por alcanzar en Salamanca: Ierónimus, Scala Coeli y ahora San Esteban. Sobre una de las tres fachadas orfebres de Salamanca; las otras son la universitaria y la catedralicia. La de San Esteban al atardecer se hace oro o fuego. El sol dora, como diría Unamuno, esa fachada. Y en ella, y en los claustros y el huerto, el ruido de la campaña electoral queda lejos.

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