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Vidas increíbles e imaginadas

Viernes, 27 de marzo 2020, 04:00

Los viernes y sábados también se inventaron para acudir al teatro, con la liturgia de la selección de la obra y a los acompañantes, la ... adquisición de entradas, el maquearse un poco para la ocasión, compartir espacio con conocidos y desconocidos en el hall de la sala, sentarse cómodamente en la butaca, apagar el móvil y tras levantarse el telón dejarse engañar, quedar abducidos por actores que fingen ser otros seres que viven vidas increíbles imaginadas por autores repletos de imaginación, entre los que está nuestro Fernando Arrabal, por ejemplo. ¿A alguno se le ocurrió algo como lo que está ocurriendo? ¿Está sirviendo de inspiración para la nueva temporada? Cuando todo esto pase, que pasará, volveremos al Liceo y Juan del Enzina, a escuchar monólogos en bares, a sorprendernos con el microteatro, a descubrir que también la Torrente Ballester es una sala de teatro además de biblioteca, como lo es el CAEM. Volveremos a ver y aplaudir a los Kamaru, Códice, Spasmo, Electra, La Lengua, la Máscara, Esfinge, Contraste, Lazarillo, Etón, Komo...Volveremos a ver las representaciones en Semana Santa los autos de Cateja y el Telar, o a las de las gentes de Serradilla y Candelario interpretar su Pasión. Regresará el teatro de calle y el que nos enseña nuestra historia en las plazas. No faltaremos a la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo ni a las citas feriales de septiembre, ni al Gran Café con Miguel Martín y otras gentes de la escena salmantina como Mendi, con su teatro del absurdo, o Carlos Vicente, maestro de ceremonias. Regresarán las emociones al ver a Sayagués recitando de nuevo a Gabriel y Galán; a Guadalupe Lancho, siendo Sara Montiel; a Saldaña, Josetxu, y Eugenia Manzanera interpretar cuentos; a Nuria Galache siendo el personaje que quiera; a Charo López en su nuevo monólogo, y a Raúl Prieto, Jes Matin´s, González Quesada, Maribel Iglesias, Marieta Monedero... No me imagino un fin de semana sin teatro, que ha sido y es parte de esta ciudad, que guarda en su historia a Juan del Enzina o Calderón de la Barca, por ejemplo, y tiene en su callejero una calle del Patio de Comedias, que recuerda a aquel Teatro del Hospital a donde acudía el vecindario de entonces a dejarse seducir por la interpretación y de paso financiar a la sanidad hospitalaria de entonces. Allí se levantó después el Bretón, que hoy es un solar, como se levantaría más tarde el Liceo donde hubo iglesia y convento, cargando por ello con una maldición si se ocupan todas las butacas, que comenzó con la desamortización y se ratificó con la venta del solar al Liceo Artístico y Literario en 1859. En las vísperas de la Guerra Civil se inauguró el Coliseum, con un texto de Unamuno y Margarita Xirgu, en el escenario, que fue la gran intérprete de Lorca. La historia del teatro en Salamanca está cubierta de sobresaltos: el Bretón es hoy un descampado, al Liceo le salvó el 2002 europeo, y el Coliseum, después de un incendio en 1970, reabrió sus puertas en 1973 para cerrar décadas más tarde. Hoy, el Liceo es la gran referencia, a la que acudimos como peregrinos el viernes o el sábado hechos unos pinceles para dejarnos seducir. Cuando esto termine, volveremos.

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